«Ser wixárrika y gay no se contraponen»: Lissandro González
Para Lissandro González ser wixáritari y gay no son formas de vida que se oponen entre sí, ni se faltan al respeto mutuamente. Él encontró cómo fusionarlas en su vida y ser activista de la comunidad LGBTTIQ.
La diversidad no conoce de pueblos, ni territorios geográficos o etnias, Lissandro lo supo desde que era un niño en la primaria cuando prefería jugar con sus amigas y representar el papel de la mamá.
Él vivía junto con su madre y la pareja de ella en Tuxpan de Bolaños, en la sierra norte del estado de Jalisco.
En su entorno, las compañeras y compañeros más cercanos no tenían problema con sus manierismos y expresiones femeninas, al contrario, él se sentía apapachado, protegido.
Fueron los niños de más edad que se habían rezagado en la escuela y apenas cursaban la primaria con los más pequeños, quienes lo discriminaban.
La historia del tío gay
Con el fin de “proteger su integridad”, su madre y la pareja de ella le contaban con frecuencia la anécdota de un tío suyo que fue asesinado en su comunidad por su orientación sexual.
Esa historia más que darle tranquilidad al niño lo inquietaba profundamente, Lissandro estaba seguro que era gay y no quería correr con la misma suerte que su tío.
Aquella experiencia triste que lo llenaba de horror terminó por moderar sus expresiones, pasó de ser un niño “obvio” a uno más recatado, aunque igualmente gay.
A pesar del miedo de que su orientación sexual fuera un riesgo en su comunidad, Lissandro recordó que cuando llegó el momento de migrar a Nayarit para cursar la preparatoria, todos sus miedos crecieron.
Aunque en su comunidad llegó incluso a vivir situaciones de violencia verbal.
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Los aires mestizos
Al irse de Tuxpan de Bolaños dejó a sus amigas y amigos con los que se sentía protegido y al mismo tiempo del mundo mestizo sólo le habían contado cosas negativas como la discriminación.
Le sentó bien alejarse de su comunidad, ser un estudiante aplicado le sirvió como una ventaja para relacionarse con sus compañeras y compañeros mestizos, eso no lo salvó de la discriminación.
Revelar su identidad con sus amigas de la preparatoria le trajo un alivio personal, sin embargo para él su lugar seguro seguían siendo las y los amigos de su comunidad, a quienes veía en sus períodos vacacionales al volver a casa.
Fue hasta que entró a la universidad cuando el mundo mestizo se volvió para él un espacio seguro para desarrollarse hasta volverse lo que es hoy, un activista de pueblos originarios de la comunidad LGBTTIQ.
Los colores de la diversidad
La información sobre la comunidad LGBTTIQ llegó como un manual para Lissandro a través de youtubers, ahí aprendió la diferencia entre ser bisexual, transgénero, gay, trasvesti.
Este conocimiento le dio también la posibilidad de conocerse mejor a sí mismo y aceptarse dentro de sus pensamientos y preferencias.
Otra experiencia que lo ayudó en su proceso de aceptación y autoconocimiento fue involucrarse en el activismo de los pueblos originarios. Eso lo hizo fortalecer su identidad y sus raíces.
Lissandro pasó de ser un integrante de una agrupación a conformar su propio colectivo, primero hizo un video que se viralizó en redes donde él “salía del clóset” y esa primera acción afirmativa derivó finalmente en la conformación de las “Las Nativxs”.
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Invisible la diversidad en pueblos originarios
Dentro de las historias de diversidad en los pueblos originarios, Lissandro sabe que la suya no es la peor.
Hubo compañeros a los que los corrieron de su casa, sus familias les dieron la espalda, también quienes se vieron forzados a la salir de su comunidad, pero sus padres no tenían recursos para apoyarlos.
La negación a la diversidad sexual no existe sólo en la comunidad wixárrika, también pasa en otros pueblos originarios y sucede también con la población mestiza. Para Lissandro lo más importante es quererse y aceptarse.
Fotos: Lissandro González. Fecha de publicación: 24 de marzo de 2022
Periodista que recién incursiona en publicaciones independientes y en organizaciones civiles. Escribo gozosa para Perimetral.