Y ¿cómo es dar clases de Género?

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….En veces es como plantarte frente a un espejo de mujeres jóvenes feministas.

Para todas mis alumnas

Tengo diez años impartiendo materias optativas de Género en diferentes posgrados del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, desde hace dos, cambié el nombre del seminario por Género y Feminismos situados desde América Latina; la idea es pensar política y epistemológicamente el curso desde “acá”. 

Lo primero que tendría que contarles es que aún ahora los cursos de Género son una optativa y no una materia de tronco común para todo el alumnado, lo cual es de entrada un dato significativo del lugar del debate de Género en la enseñanza actual de las Ciencias Sociales, acá.

De hecho, a veces ni siquiera son asignaturas con nombre propio, es decir, solo en uno de los posgrados en el titulo de la materia se explícita que es de Género, en el resto, la materia se titula: Optativa 1 u Optativa 2.

Pero bueno, a pesar de eso ha sido muy grato ver cómo el número de proyectos sobre género, feminismos y disidencias sexuales ha ido creciendo semestre con semestre. 

Me siento muy agradecida y afortunada de poder impartir estos cursos porque además de obligarme a actualizarme constantemente en los temas de género y feminismos, han significado un gran aprendizaje en todo sentido.

Por ejemplo, en esta ocasión les voy a contar del día que “mis” alumnas tuvieron a bien mostrarme amorosamente, algo que por ahora he llamado: mi meritocracia patriarcal interiorizada. 

Merecer

Era jueves. Ese día estaba particularmente sensible por el fallecimiento de un colega que llevaba meses hospitalizado. 

Fue en una sesión virtual de Fundamentación Teórica Conceptual de proyectos de investigación en la Maestría en Gestión y Desarrollo Social, cuando yo como poseída les contaba muy emocionada que ya había pensado, al menos, tres maneras de estructurar “mi” ponencia.

Aunque era virtual pude darme cuenta de la mirada perpleja en las compañeras; una dijo algo como: 

– ¿Y usted cree que el resto de los ponentes (tres hombres) también estén preparando así su ponencia?

– La verdad no, no lo creo, creo que van a presentar una ponencia con contenido de hombre promedio. 

¡PLOP! recuerdo exactamente como me sentí:í como si me hubieran exhibido el alma. 

Me sentí como cuando las mujeres de mi generación (década 70s) volteamos y dimensionamos dos cosas muy claramente: la primera que a nuestras abuelas se las robaron y/o se casaron alrededor de los 15 años (sí, siendo menores de edad) y tuvieron más de diez partos y 7 hijxs en promedio y nosotras genuinamente nos preguntamos ¿como hicieron sus cuerpos y vidas para tener ese número de hijxs y para criarles?

Al mismo tiempo nos queda muy claro que esa es una situación sencillamente impensable para nosotras, nosotras ya no estamos dispuestas a vivir y pasar por eso.

Pues así me sentí, vi clarito en el espejo amoroso feminista de esas alumnas, que ellas y me atrevo a decir, su generación, ya no está dispuesta a aguantar todas las cosas que la mía ha interiorizado como necesario para poder hablar en público; ejemplo: prepararse al menos TRES veces mas. 

¡Y qué bueno!

Una generación ubicada

Antes, ya me había quedado claro que esta generación de alumnas tiene mucho más claro que ninguna de las anteriores el acoso sexual sistemático al que los cuerpos de las mujeres se exponen desde edades muy tempranas (entre 6 y 10 años) en casi todos los ámbitos públicos y privados.

Para eso sirve recordar el #MiPrimerAcoso en abril del 2016 cuando miles de mujeres mexicanas lo volvieron tendencia contando cuando y cómo fue su primer acoso. 

Por supuesto que los ámbitos académicos no son la excepción y ahí, otra vez, constato cómo las jóvenas estudiantes no sólo ya pueden identificar y poner en palabras con más claridad las violencias, acosos y hostigamiento que viven, sino que también, sencillamente ya no están dispuestas a aguantar lo que generaciones antes nos dejaba paralizadas y confundidas.

Y ¡Qué bueno¡

Es por ello por lo que lo protocolos en contra de las violencias en las universidades han avanzado y se están institucionalizando, porque el movimiento social feminista de las alumnas jóvenas las respalda y no están dispuestas a seguir tolerando tanta simulación e impunidad.

…¿Y ellos?

A quienes no veo -espero equivocarme- con tanta claridad es a los hombres.

Los profesores mayores (con muy contadas excepciones) en su mayoría se sienten amenazados, molestos y rebasados por una serie de cuestionamientos que les cuesta entender porque implica ponerse ellos mismos en un lugar de crítica (auto y ante las demás); es algo a lo que no están ni dispuestos, ni acostumbrados.

Los más jóvenes, es decir los pares de «mis» alumnas, me parece que en su gran mayoría se sienten perdidos ante la claridad de estas mujeres.

Me daría mucho gusto estar equivocada en esta percepción porque sino el escenario que se nos plantea estaría más que complicado. 

A pesar de eso soy optimista porque esto ya no lo para nadie y los pares masculinos tendrán que aprender a vivirse de otras maneras y hacerse cargo de sus violencias para con ellos mismos y para con las demás personas con las que interactúan.

Soltar el patrón

Más allá de patologías individuales que tocará trabajar en los espacios adecuados, veo la necesidad de buscar respuestas sobre cómo hemos llegado a la naturalización des estas dinámicas y cuáles han sido y son los costos para las mujeres. 

Para comenzar quizá tengamos que preguntarnos no solamente ¿por qué a las mujeres académicas se nos exige mucho mas que a nuestros “pares” masculinos, sino también por qué a ellos se les exige tan poco?

Generaciones enteras han pasado sin que sea necesario que la mayoría de ellos se planteen si su enseñanza es o no androcéntrica, es decir que, aunque se crea que es neutra y para todas y todos, en la práctica reproduce una dinámica de poder y exclusión que aleja del conocimiento a las alumnas mujeres.

¿Cómo es posible que en las aulas ya en siglo XXI la enseñanza de las Ciencias Sociales siga basada de manera casi total en una bibliografía de autores hombres? 

Preguntas como esta última emergieron de aquella mirada en la clase de zoom donde todas aprendimos en una auténtica libertad de cátedra.

*Celia Magaña es socióloga feminista. Profesora-investigadora del CUCSH en la Universidad de Guadalajara.

Foto: Jade Ramírez. Fecha de publicación: 23 de junio 2021.

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PERIMETRAL #PeriodismoParaUsarse, hace periodismo de investigación con enfoque de derechos huamnos; somos también una red de medios independientes que dan cobertura a la agenda social, política y cultural en el estado de Jalisco.

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