Escribo porque existo: sanar la sexualidad

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Escribo porque existo: sanar la sexualidad

Por: Lina Ramos. Imagen: Archivo. Fecha: 22 de abril, 2024

Acabo de terminar un taller de sexualidad y arte en terapia.

Hace algunos años tuve una novia que tenía muchos estudios en sexualidad y yo no sabía casi nada, eso me hacía sentir ignorante.

Ahora me doy cuenta de que todo llega a su tiempo y el mío está aquí: un tiempo en el que me siento lista para desarrollarme más en este ámbito de la vida, aprender de mi, sanar, crecer y disfrutar.

En una ocasión mi psicóloga me dijo que la razón por la que la sexualidad da tanta ansiedad, es porque vivimos en una sociedad que se contradice profundamente con este tema.

Contradicciones

Mientras tienes el porno al alcance de un click, en la escuela te enseñan sobre abstinencia y enfermedades de transmisión sexual.

Mamá y papá se horrorizan si se enteran de la actividad sexual de sus hijxs y los regañan por masturbarse, pero los despiertan en la noche con sus gemidos.

Y como la sexualidad es parte de la vida y no es exclusiva de lo que sucede a puertas cerradas, lxs que acuerpamos estas contradicciones no solamente podemos tener complicaciones con el erotismo, también puede afectar nuestra confianza en general, nuestra capacidad para relacionarnos afectivamente.

También para cuidar de nuestra salud o para poder gestar, parir y maternar no solamente un bebé, sino también relaciones, proyectos, viajes.

Literalmente hablo de cualquier cosa que implique nuestra energía, porque la sexualidad abarca todo lo que la persona es y siente.

Sexualidad sana, no para el sistema

Básicamente la sexualidad es la energía vital con la que nos movemos por el mundo y nos ayuda a materializar aquello que nos motiva.

Me preocupa que las personas que no tenemos la suerte de recibir esta educación, creamos que la sexualidad es exclusivamente genitales, además creer que la genitalidad es sucia.

Esto se debe a que en los inicios del capitalismo la emergente clase burguesa, comenzó a condicionar las formas de placer de la clase trabajadora para obligarlos a involucrarse en el nuevo sistema económico que consistía -y consiste aún- en la acumulación de bienes en lugar de usar únicamente lo que es necesario.

Entonces una de sus tantas prohibiciones fue la desnudez y su impacto en la subjetividad del individuo.

Esto es contundente porque con la prohibición de la desnudez, las personas comenzamos a sentir vergüenza por el propio cuerpo y el ajeno como si lo que se esconde bajo la ropa no debería de existir.

Justamente por ahí va la lógica: se reduce la posibilidad de sentir placer.

En lo personal, por ejemplo, a mi me ha costado mucho trabajo no sentir vergüenza cuando me cambio en un vestidor o enfrente de mis amigas.

Liberarse

Considero vital para nuestra salud integral que podamos hacer las paces con nuestra sexualidad, es decir, con lo que nos conecta con la vida a través de los sentidos: el sabor de la comida, el olor de un perfume, la risa de una persona, una caricia, un abrazo, mirar profundamente a los ojos, dormir, bañarnos, el sol, el viento, las buenas y las malas noticias.

Debido al sistemático disciplinamiento del cuerpo, muchas personas somos incapaces de conectar con el deseo.

Propongo el siguiente ejercicio para comenzar a activarlo:

Antes de enfocarte en sensaciones complejas céntrate en las más sencillas sobre cómo se sienten las sábanas de tu cama, el cepillo del cabello, la temperatura del ambiente.

Muchas veces vamos por la vida resolviendo y no nos detenemos a codificar las señales que nos da el cuerpo y es que solo así podemos conectar con la vida.

Estoy dispuesta a seguir sanando a través de mi sexualidad, quiero tener vínculos sin ansiedad, quiero tener orgasmos en pareja, quiero estar orgullosa de mi orientación sexual, quiero ser consciente de mi energía creadora que nutre mis proyectos y le da sentido a mi vida.

Me pido perdón por todas las veces que he sentido vergüenza de mi misma pues estaba asustada y quería protegerme, pero ahora sé que soy fuerte y me protejo en la acción.

La anterior entrega de Escribo porque existo fue Otro porno es posible y la lees aquí.

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Psicóloga, feminista y actriz.

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