Me enojé, cometí imprudencias, me congelaron: Juan Francisco González

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Me enojé, cometí imprudencias, me congelaron: Juan Francisco González

Por: Blanca Brambila. Foto: José Clemente Orozco / C. Museo Cabañas. 6 febrero, 2024

En el 2013 tras obtener el grado de Maestría en Gestión Cultural en la Universidad Autónoma de Coahuila, Blanca Medina Medrano, para elaborar un libro, entrevistó a Juan Francisco González, el primer secretario de Cultura en Jalisco.

Con el interés de conocer cómo fue el entramado institucional conversó con personajes clave, para hacer una revisión histórica de la política pública.

También cuestionar la política cultural paternalista de cara a iniciativas comunitarias de promoción y autogestión cultural, en el pleno ejercicio de los derechos humanos.

Agradecemos a la autora del libro Deshojando vidas que pronto estará en circulación, permita reproducir la entrevista a Juan Francisco González.

Lo hacemos en el marco del homenaje, reunión y reflexión que se está dando en Guadalajara, a un año de su fallecimiento.

Políticos en la cultura

Desde su experiencia dentro del ámbito cultural, ¿Cuáles han sido los momentos, espacios y personas que han marcado a Jalisco?

–Don Alberto Orozco Romero, gobernador de Jalisco, fue el primero que le dio importancia a la vida cultural con actividades que se han desarrollado hasta la fecha.

En aquel entonces los espacios disponibles eran el Teatro Degollado, el Experimental y la Casa de la Cultura, donde se programaban actividades para niños los domingos; había un movimiento masivo muy interesante, novedoso para la ciudad.

Contábamos con puestas en escena, ahí se concertaban grupos de teatro, ensayaban y se presentaban; la Casa de la Cultura fue muy activa.

Daniel Salazar era el encargado del teatro y era muy hábil para organizar a la gente que andaba dispersa y los conjugó.

Junto con Daniel Salazar estuvieron Marcela Orozco y Félix Vargas, quien daba clases en el Centro de la Amistad Internacional.

En esa época se organizó la regiduría de Cultura que encabezaba Salvador Cárdenas Navarro.

Ahí empecé a hacer algunas actividades en el Ayuntamiento de Guadalajara: estamos hablando de 1969-72.

Ahora recuerdo que nosotros empezamos un cine foro en la Casa de la Cultura con Jorge Alarcón. Había espacio para la discusión y no sé cuántas cosas. Las películas las conseguía gratuitamente del Instituto Francés para América Latina (IFAL).

Jorge era abogado, él estaba a cargo del cine foro y eso fue el inicio del cine en la Casa de la Cultura con el equipo que había muy malo.

A pesar del equipo de proyección tuvimos grandes pretensiones como la Semana del Cine Norteamericano.

A la primera función asistió el cónsul y hubo muchos cortes, entonces nos regaló un equipo de proyección de 16 milímetros, usado, pero mejoró la calidad.

El cónsul era un tipo especial, no me acuerdo cómo se llama pero llegaba a mi oficina y decía: <<Quiero ver si tienes publicaciones comunistas>>

Sí, real, era la época de la guerra fría. La Casa de la Cultura estuvo muy viva: ahí Elías Nandino estuvo con un taller de poesía.

Fundador del Departamento de Bellas Artes de Jalisco que derivó después en la Secretaría de Cultura del Estado de la cual fue su primer titular, de 1992 a 1995. Participó en la fundación de la Unidad Editorial donde se publicaron más de 600 títulos de libros de historia, literatura y estudios especializados en Jalisco. Aprovechó diversos espacios públicos para invitar a la ciudad a artistas plásticos y organizar funciones teatrales y de cine, conciertos de piano, violín y otros instrumentos e implementar talleres de arte y música así como crear la Galería Municipal de Guadalajara.
Grandes edificios, pero acotados

¿Cuándo inicia el Cabañas con actividades culturales?

–El Cabañas por ser parte del catálogo de Patrimonio Cultural Edificado, tiene ciertas limitaciones.

A veces se ha abusado del uso, pero está reglamentado por la UNESCO. Esa categoría exige un compromiso por parte del Gobierno Federal y estatal y debe ceñirse a las normas de la UNESCO.

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El Cabañas ha tenido altibajos. Creo que cuando estaban ahí las oficinas del secretario tenía mayor vida.

— Mayor control en lo que se podía hacer.

Había cosas que yo propugnaba que se hicieran de la explanada para afuera, pero no adentro del Cabañas.

Cuando salen directivos y oficinas de la Secretaría del Cabañas ¿Queda abandonado?, esa es mi impresión.

— Lamentablemente sí como que no se sabe manejar.

Debe haber una política muy estricta en esos edificios, pero tienen futuro para desarrollar una actividad constante, el problema es saber planificarlos o motivar a los creadores, a los emprendedores, que se hagan cosas dentro de ese marco y haya una vida constante, porque uno nunca puede valorar o querer sus propios lugares si no los conoce o no los disfruta.

Tenemos como ejemplo el nuevo edificio de la Biblioteca Pública del Estado donde, de 100 habitantes en Guadalajara, uno o dos la visitan a pesar de que se trata de un espacio maravilloso y muchos no la conocen, los que viven cerca no van.

Es lo que sucede con los servicios, si no se estudia la forma de atraer al tapatío a que conozca.

Si usted pone como gancho un concierto popular en la explanada, muchos se van a meter al Hospicio a conocerlo, porque hay muchos tapatíos que no lo conocen.

Fomento a la lectura e impresión

¿Cuándo se crea la Feria Municipal del Libro?

— La feria municipal del libro inició en el 70. La impulsamos Salvador Cárdenas Navarro y yo. Empezamos con todos los representantes de editoriales.

Luego las librerías de Guadalajara dijeron “Nosotros también queremos participar”, fue cuando se les dio entrada a las librerías Gonvill, Font y Casarrubias.

Flavio Romero de Velasco -Gobernador de Jalisco de 1977 a 1983- dio continuidad a lo iniciado por Alberto Orozco.

Él me llamó y me dijo: <<Quiero que hagas una estructura que genere libros para documentar la historia de Jalisco>> y se fundó la Unidad Editorial del Gobierno del Estado.

A ese entonces editó como 500 libros no sólo de historia, sino de algunos temas relacionados.

Ahí estuve seis años, los dos primeros comprando la maquinaria en Estados Unidos porque aquí no había equipo para hacer libros.

Los únicos que hacían libros eran los hermanos Hernández a un costado del cine Cosmopolitan; eran muy artesanales, no sabían ni coser un libro, serruchaban el libro…un horror.

Los dos primeros años me encargué de armar un buen taller para única y exclusivamente hacer libros.

Vimos la necesidad de que ahorrara el estado imprimiendo su papelería, entonces compramos una maquinita y así se formó la Unidad Editorial que trabajó muy bien ese sexenio.

— ¿En esa época se crea la Enciclopedia de Jalisco?

— La Enciclopedia de Jalisco la hace Martín Herrera, pero la editan en la Ciudad de México porque la Unidad Editorial vino en el segundo año del sexenio, en lo que se compraba la maquinaria y todo eso, entonces la Enciclopedia ya iba muy avanzada.

Martín Herrera se puso en contacto con José Rogelio Álvarez y entre ellos hicieron toda la Enciclopedia en México. En el trabajo de investigación, entre los que recuerdo, estaba Angélica Peregrina.

Elevar de rango la Cultura

¿Cómo se fue preparando la creación de la Secretaría de Cultura?

— Se fue preparado… sin el gusto de algunos gobernadores, porque no eran tareas sencillas.

Preferían mejor hacer una carretera en un pueblo… digo: es tan importante una cosa como la otra.

Me desgasté mucho, me enojé mucho, cometí algunas imprudencias.

Por ejemplo decirles que preferían trabajar donde se montara una placa, para que apareciera el nombre, en lugar de hacer cosas donde no hubiera placa.

Eso me costó que me congelaran, la verdad, pero en el interinato de Carlos Rivera Aceves se crea la Secretaría de Cultura.

Ya había mucho descontento…

— Más que el descontento fueron las explosiones del 22 de abril -murieron 212 personas, 69 están desaparecidas y mil 800 lesionadas- y eso fue lo que detonó la caída de Cosío Vidaurri, no hay otra causa más que esa.

A la caída de Cosío Vidaurri entra Carlos Rivera Aceves y lo que hace es continuar y respetar la línea de lo que ya estaba en proceso.

Él continuó con los proyectos viables y generó los cambios en el ámbito cultural.

Porque antes eran siete organismos que el gobierno subsidiaba, entonces era mejor hacer una sola que controlara todo y eso implicaba crear la Secretaría de Cultura.

Eran la Orquesta Sinfónica de Guadalajara, el Teatro Degollado, la Casa de la Cultura, el Teatro Experimental, el Ex convento del Carmen y la Casa de las Artesanías Jaliscienses.

En esa época inician los eventos artísticos masivos y llegan los primeros promotores…

–Sí, había buenos promotores en ese entonces y nos rentaban espacios como el Cabañas, que era bonito, con conciertos tumultuarios.

Juan Valencia Macías era uno de los promotores y había otros que generaban mucho porque querían meter cosas de chaviza, aunque era peligroso para el lugar pues había que cuidar el lugar, no cualquiera ahí le entra.

Juan Valencia trajo a Marcel Marceau y se organizaron cosas importantes en aquella época.

Hicimos una publicación en donde se documentó todo en forma detallada, desde los talleres, las visitas de gente importante, las exposiciones, todo está ahí.

Esa memoria la hizo Gutiérrez Aceves recién llegado a Guadalajara, eso fue lo que le encargué y la hizo muy bien. Por cierto fue una de las buenas publicaciones, daba razón de todo lo que se hizo.

Entonces en el último año de Rivera Aceves ¿Se crea la Secretaría de Cultura?

— Inmediatamente en cuanto llega dijo ¡Mira el gastadero! -refiriéndose a los seis organismos- y me pidió que se hiciera uno solo que los integrara.

Cada uno tenía su encargado de relaciones públicas, eran siete oficinas de relaciones públicas, un gasto inútil. Hubo un gran ahorro en ese sentido, sobre todo burocrático.

Cultura a cargo de conservadores

A la distancia, ¿Cómo ve la gestión de los gobiernos panistas, usando obviamente la infraestructura que ya se había creado y más o menos consolidado?

— Sí, la infraestructura afortunadamente se mantuvo.

Guillermo Schmidhuber no era de aquí, no conocía muy bien los teje y maneje locales, le costó trabajo aprender pero en cuanto a infraestructura, los teatros y los grupos siguieron trabajando.

La intención de la Secretaría era bajarle al gasto de la burocracia, ¿Usted cree que haya bajado la burocracia con los gobiernos panistas?

— Al final no, ahorita es espantosa la nómina en Cultura, es de miedo.

No es posible que 93% del gasto en cultura se vaya en nómina y nada más el 7% para cultura y gastos, así no funciona.

Cuando siempre el equilibrio es entre 45 y 48% de nómina y 52 y 53% para cultura.

Un montaje bien hecho de una buena exposición se lleva dinero en museografía, el seguro por ejemplo.

El seguro de aquella obra que trajimos de México, El Salón Independiente, costaba mucho dinero y en eso es en lo que debe gastarse, no en nómina, no en creación de puestos burocráticos para pagarles con eso a sus grupos de interés.

Universidad de Guadalajara: neopromotora

Y a la Universidad de Guadalajara, como una institución que se ha dedicado a la cultura, ¿Cómo la ve en estos años?

— La universidad de hace 40 años hacía poco, más que nada andaba luchando por un presupuesto para el cumplimiento de una función educativa más que en difusión de la cultural como lo que es ahora.

Hay que entenderlo así, cómo eran Guadalajara y la universidad hace cuarenta años y cómo vino el desenvolvimiento brutal, el crecimiento.

En aquella época el objetivo era que nadie se quedara fuera de una facultad y en eso se fue, esos años, mucho dinero, mucho.

Era la opción de estudiantes que venían de Nayarit, Sinaloa, Sonora.

Cuando yo hice la preparatoria más de la mitad era de gente que venía de allá, porque no había en aquel entonces ni preparatorias suficientes, ni licenciaturas.

Hay que situarse en ese momento, porque las necesidades eran esas; la Universidad de Guadalajara era una universidad regional y la falta de atención del Gobierno Federal en aquellas entidades hacía que aquí se hiciera una ciudad de estudiantes.

Había un montón de casas de asistencia en donde vivían los muchachos que venían de aquellos lados, me acuerdo muy bien de mis compañeros y conforme se fueron formando las universidades allá, porque eran muy distintas, hubo menos migración de estudiantes, hubo menos gasto en educación, o se estabilizó.

— ¿Podemos considerar entonces que ese fue un factor para que la universidad luego se dedicara a hacer difusión cultural?

— Así es, en el momento en que no tiene el agobio de la presión para la creación de más espacios para estudiantes, empieza a estructurar, con escasos recursos, un proyecto cultural.

Estamos hablando de las rectorías de José Parres Arias, Rafael García de Quevedo y Enrique Zambrano.

Ya se había iniciado con José Parres un intento de actividad cultural y ocurre que cuando hay cambios de Gobierno de Jalisco o en la Universidad, hay altibajos, a veces se mejoran las cosas y veces empeoran, cada funcionario tiene detalles como este que acaba de decir.

Cuando nos hacemos adultos recordamos nuestra época estudiantil, como cuando cursé la preparatoria, la única que había en Guadalajara estaba frente de la XV Zona Militar.

Ya como adulto con mayor información, te enteras que se trató de una expropiación del Gobierno Federal de lo que era un convento, pegado a San Felipe Neri.

Vuelves al lugar y dices yo estuve aquí, qué barbaridad, que bonito está esto nada más que falta restaurarlo y se vuelve un edificio digno.

Promotoras culturales, una clave y la FIL

¿Y la biblioteca siempre estuvo? No sé si es comodato de la universidad desde que se creó.

— No, José Cornejo Franco no permitiría una cosa como esa, yo creo que se hizo por necesidad, porque entonces no había carreras como Biblioteconomía u otras afines.

Yo creo que cuando egresaron las primeras generaciones de esa carrera -Lina Rendón, Carmen Castañeda García-, fueron las pioneras de biblioteconomía.

Ellas fueron quienes sabían lo que era una biblioteca, trabajarla, conservar los libros y motivar a la gente a asistir. Ellas fueron las que hicieron eso.

¿Cuál considera que ha sido el impacto de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara?

— Ese fue un proyecto de un chileno, Germán Marín, quien trabajó conmigo algunos años.

Íbamos a empezar la Feria Internacional del Libro pero resulta que era de los refugiados del Golpe de Estado de Pinochet en Chile. La esposa y los hijos se quedaron en Chile. Germán le pidió a su esposa vender la casa y venirse a México.

Llegaron la esposa y los hijos, aunque uno de ellos vivía en Barcelona, en un lugar más o menos importante. Yo les proporcionaba una casa para que vivieran. Por razones extrañas me dejaron una carta en la casa y huyeron.

Él pensó un concepto de lo que sería la feria del libro que se había empezado a gestar. Involucré a diversos sectores y a Raúl Padilla; participaron asociaciones civiles «a la chita callando todo fue andando».

El resultado es una cosa atribuible a él -Raúl Padilla- que la ha llevado a un muy buen nivel, pero el concepto original fue de Germán Marín, el exiliado chileno.

¿Cuáles son las virtudes de la FIL?

— En primer lugar que reúne a casi todos, si no es que a todos, los países de habla española, autores, editores, libreros, intelectuales.

Es un punto de reunión obligado para todos los interesados en temas del mundo de habla española; el contacto con ellos es muy enriquecedor, porque conectas editores con autores, editores con empresas, la distribución -el gran problema del libro en México, de lo más atroz- se ha resuelto, a veces con convenios en la feria del libro.

¿Y eso en qué medida ha beneficiado a la ciudad?

— Sin mencionar a los que llevan a fuerzas y los obligan a comprar libros, el beneficio es para los interesados en el libro.

En la FIL encuentran una gran variedad de contactos y de editoriales; muchas de Argentina, Perú, Colombia, a pesar de estar en el mismo continente y hablar el mismo idioma, no las encontrábamos y aquí tenemos la oportunidad de comprar sus libros.

Los traían por barco, había unos que salían de Lima, o de Santiago, no sé, llegaban a Manzanillo porque la carga aérea es muy cara, y ahí se concentraban esas cosas; ahí sigue, pero ahora con los modernos medios de comunicación, eso ha disminuido mucho porque el libro electrónico ha suplido el transporte.

Corredores culturales, pero no para todos

¿Qué opina del Centro Cultural Universitario?

— Es un buen proyecto para Guadalajara, pero no está al alcance de todos los tapatíos. Me parece bien que se concentre todo en una sola zona, pero en una zona accesible; en la ciudad todavía hay espacios así.

Figúrese: usted y yo queremos ir a ese centro, pero no tenemos coche, ¿Cómo le hacemos?

Una vez que estaba con Juan Manuel Durán tardé casi 50 minutos en trasladarme de mi casa a su oficina, terrible. Ir en camión, a pie, esas actividades redituarían más si estuvieran en espacios más accesibles.

Lamentablemente no están al alcance de un estudiante, o de una persona que acostumbra visitar la biblioteca, o la hemeroteca y el acceso costoso, es otro factor en contra.

La zona de la Casa de la Cultura sería una opción. Desde hace tiempo existe el proyecto de hacer un corredor cultural, rehabilitar desde el Teatro Diana hasta la Casa de la Cultura, el Experimental y la Concha Acústica.

— Existió y yo me acuerdo que era muy agradable, sobre todo en los días de calor. Andabas sin saber a dónde, pero ibas a esa zona y decías <<¿Entramos al cine? No, mira, primero vamos a la exposición, o a la Concha Acústica>>

En ese tiempo se presentó un grupo ruso -yo lo traje-, antes de que obligaran a cambiar la duela, costosísima y, aparte, se ensartaban con las astillas. Eso ya existió, cuando era otra Guadalajara. Ahora costaría trabajo retomarlo.

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En aquel tiempo, en primavera y verano era muy agradable andar a pie y teníamos diferentes opciones, incluso nada más caminar. Eso ya existió y se murió por falta de coordinación, de mantenimiento y de planear actividades atractivas.

También está el teatro del Seguro Social.

— Claro, el teatro, la Concha Acústica, la Casa de la Cultura Jalisciense, la Casa de las Artesanías, que en esa época cerraba hasta las once de la noche.

Había un teatro griego al aire libre, a donde incluso vino la esposa de Eduardo Lizalde.

Sí, era muy atractivo sólo ir a pasear, pero la ciudad se ha vuelto muy violenta, muy insegura, se olvidaron de esos lugares, no hubo coordinación entre el ayuntamiento y el Gobierno del Estado.

Ahora con los altos índices de inseguridad, se habla de la recomposición del tejido social a través de actividades artísticas ¿Qué opina?

— No creo que sea la única solución, pero acompañada de otras puede recomponerse el tejido social.

Ahora existen carreras para estudiar gestión cultural; el ITESO tiene la licenciatura, la Universidad de Guadalajara una maestría y una licenciatura.

¿Qué deberían aprender esos jóvenes que quieren dedicarse profesionalmente a la cultura? Primero: necesitan una formación muy sólida, intelectual, cultural, y cuando digo sólida me refiero a que sepan distinguir entre lo bueno y lo malo.

Un gestor cultural debe promover a un pintor, pero no a cualquier pintor, sino a uno de calidad, no al sobrino del político que le recomendaron. Debe distinguir el arte verdadero, el valioso, del malo.

Un gestor cultural debe por lo menos haber visto reproducciones de pintura, conocer el arte en Jalisco desde el siglo XIX, principios del XX.

Valorar, saber abarcar lo producido en esta región rica en pintores. Sólo Jalisco, no el resto de la República, tenía más pintores, más escritores, más poetas que muchos países de Sudamérica, ya no digamos de Centroamérica.

Especialización de quienes se activan

¿Debe saber de política?

— Más que de política de administración pública.

Yo lo centraría en saber recurrir a aquellos espacios donde entiendan su función para obtener recursos; hay dependencias dedicadas a captar recursos, impuestos de los ciudadanos, y otras a gastarlos.

El gestor cultural debe saber dónde pueden financiarle proyectos valiosos, útiles para la sociedad.

Saber de historia, de estética, conocer sobre todo la región, la administración pública, las relaciones públicas y tener una buena formación, no hay como la educación.

¿Usted cree que una carrera de gestión cultural es realmente necesaria?

— Es una especialidad, más que una carrera. Yo no creo que sea necesaria una carrera pues los estudiantes no van a salir como promotores culturales.

Sería una especialidad, no estoy seguro, porque suena muy bonito eso de «ser gestor cultural», la frase misma: licenciatura de Gestión cultural, es preciosa la frase, pero la realidad es otra.

Nadie puede contra la realidad, transformar la realidad cuesta tiempo, pero se debe empezar a la inversa: la gestoría cultural sería es una especialidad de actividades de ciencias sociales y humanidades, enfocada directamente a la vida creativa de una comunidad.

Hemos tenido gestoras y promotores culturales muy importantes en Jalisco y que vienen de otras carreras.

— Félix Vargas había estudiado administración, Marcela Orozco de la Torre tenía otra carrera, pero era muy buena como promotora cultural.

Jorge Alarcón era abogado… cuando yo entré a la universidad como opciones teníamos ciencias sociales y ciencias exactas; dentro de las ciencias sociales no había economía, entonces apareció cuando yo estaba en tercero o cuarto, la oferta académica no era como la actual.

Lo más cercano a humanidades era derecho. Yo estaba en segundo cuando aparece Filosofía y Letras y fui de los primeros en inscribirme junto con mi mujer, ella en Historia y yo en Filosofía.

Estuve los primeros dos niveles y en el tercero nada más quedamos tres, Manuel Fernández del Valle, el gordo Jesús Villalobos Pérez y su servidor. Dijo el director: <<Yo no voy a gastar mi dinero en maestros que vienen de México>>, entre ellos se encontraba Luis Villoro.

Era difícil cubrir las materias del plan de estudios, entonces se busca quién diera teoría del conocimiento.

En ese momento, hace cuarenta años, en Guadalajara había que traer a los maestros de México, lo cual representaba un gasto muy grande para la Universidad, y en lugar de dar el curso normal, venían por dos o tres semanas: hotel, alimentación, honorarios a cargo de la universidad.

Es difícil considerarla como una profesión y yo francamente si fuera joven y tuviera enfrente opciones, sabiendo lo que es, no le entraría; mejor optaría por una formación más sólida, con una carrera profesional relacionada con lo que me gustaría hacer.

**Juan Francisco González murió el 15 de octubre de 2023, en Guadalajara, Jalisco.


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Blanca Brambila Medrano
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Licenciada en letras hispanoamericanas por la Universidad de Guadalajara 1982-1986; Maestra en Promoción y Desarrollo Cultural por la Universidad Autónoma de Coahuila 2007-2009.

Profesora de literatura universal a nivel bachillerato en la Universidad de Guadalajara.

Fue coordinadora de la Casa Salvador Echavarría Echavarría perteneciente a la Coordinación de Promoción y Difusión Cultural de la Universidad de Guadalajara (1997-2003), ha publicado artículos especializados sobre gestión cultural y animación a la lectura en diversas publicaciones locales y nacionales, formo parte de la mesa fundadora de la Asociación Mexicana de Promotores de Lectura (1997-1998).

Actualmente es profesora investigadora adscrita al Instituto de Gestión del Conocimiento y del Aprendizaje en Ambientes Virtuales del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. También es docente en el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA).

Forma parte del Cuerpo Académico 1158 Derechos Humanos: intersecciones de la cultura y el género.
Ha participado como jurado en el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

Autora del libro “Formación profesional de gestores culturales en México. El caso de tres programas universitarios” 2015.

Desde 2010 forma parte del equipo temático especializado en Cultura y Recreación del Observatorio Ciudadano “Jalisco Cómo Vamos”.

Coautora de libro “Propuestas de inclusión, educación y gestión cultural de jóvenes investigadores 2021.

Coautora del libro “Investigaciones transdisciplinarias de gestión cultural en Latinoamérica” 2021

Coordinadora del libro “Deshojando Vidas” 2024.

Forma parte del Consejo Municipal de Participación Ciudadana del Municipio de Zapopan 2023-2026.

Licenciada en letras hispanoamericanas por la Universidad de Guadalajara 1982-1986; Maestra en Promoción y Desarrollo Cultural por la Universidad Autónoma de Coahuila 2007-2009.

Profesora de literatura universal a nivel bachillerato en la Universidad de Guadalajara.

Fue coordinadora de la Casa Salvador Echavarría Echavarría perteneciente a la Coordinación de Promoción y Difusión Cultural de la Universidad de Guadalajara (1997-2003), ha publicado artículos especializados sobre gestión cultural y animación a la lectura en diversas publicaciones locales y nacionales, formo parte de la mesa fundadora de la Asociación Mexicana de Promotores de Lectura (1997-1998).

Actualmente es profesora investigadora adscrita al Instituto de Gestión del Conocimiento y del Aprendizaje en Ambientes Virtuales del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. También es docente en el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA).

Forma parte del Cuerpo Académico 1158 Derechos Humanos: intersecciones de la cultura y el género.
Ha participado como jurado en el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

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