El precio de tomar asiento o un problema «bien tapatío»

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El precio de tomar asiento o un problema «bien tapatío»

Por: Andrea Díaz. Publicación: 20/02/2023

Durante los últimos años la ciudad de Guadalajara, ahora considerada como una de las zonas metropolitanas en México, ha estado en un constante progreso pues, analizando el fenómeno de proceso desde las áreas culturales, económicas, políticas y sociales, Guadalajara es un referente remarcable.

Cada vez existen más proyectos que buscan impulsar estos procesos que benefician a la instauración de un ritmo de vida y diseño para una zona metropolitana eficiente.

Sin embargo, por el otro lado de la moneda, nos encontramos con una desventaja peligrosa: las ciudades metropolitanas son inhabitables, injustas e incómodas si no se posee el suficiente capital para adaptarse a la misma velocidad.

Es decir, la búsqueda de estética y de consumismo desplaza y pone en riesgo la calidad de vida de una gran parte del sector poblacional.

¿Muy cool o muy desigual?

Según los datos arrojados por el INEGI, la población de Guadalajara en el 2022 fue de 8 millones 530 mil 830 habitantes, así como un flujo de 20 millones de turistas en el mismo año, obteniendo tercer lugar poblacional en México.

Tan solo entre 2015 y 2020 hubo 198, 654 personas que inmigraron al estado de Jalisco.

Estas cifras son una evidencia de Jalisco es atractivo no solo para el resto de la república mexicana, sino también para personas de otras ubicaciones geográficas.

Es clave analizar las cifras desde un punto de vista humano y no solo económico. Entender que cada individuo es alguien con ideas, emociones, deseos y familia.

Ya que la realidad es que el hecho de crear nuevos centros comerciales, educativos y laborales obliga al sector de población sin hogar a desplazarse a las periferias de las ciudades.

Las personas que se encargan de diseñar y supervisar los espacios han llegado a una conclusión: deben limpiar las zonas comerciales.

Simplemente para darle una buena imagen al turista o al extranjero, mostrándoles una realidad pasteurizada donde la población no padece hambre, desempleo ni sin hogarismo.

Vecindad solidaria vs los que se creen los dueños

Debemos ser empáticos y considerar realidades ajenas. Es tan sencillo como imaginar una mañana en nuestra vida: necesitamos del agua, gas, comida, techo, ropa, luz, internet, por decir lo menos.

Una persona sin hogar además de carecer estas cosas debe arreglárselas para obtenerlas a su manera.

Se vive sin hogar porque es difícil conseguir un trabajo sin una buena presentación, es difícil conseguir préstamos sin un comprobante de domicilio e incluso, gracias a una sociedad clasista, es difícil ser escuchado cuando se vive en la vulnerabilidad.

El crecimiento de las ciudades viene acompañado de nuevos conceptos como la arquitectura hostil. La arquitectura hostil propone diseños <<defensivos>> que se encargan de alterar o crear espacios públicos que limiten a los objetos a cumplir con una función única: la asignada.

Esta idea de querer asignarle el propósito a cosas tan simples como una banca habla sobre un robo al pueblo al pueblo. Ya no podemos utilizar nuestra ciudad como queremos, ahora debemos hacer lo que ellos dicen.

Sentarse y caminar, un peligro

Cada vez es más difícil tomar asiento en las ciudades.

Es decir, las zonas concurridas tienen menos espacios cómodos porque se busca desalojarlas. Están diseñadas para que el flujo de consumo sea mayor.

Ahora las plazas se convierten en lugares de paso, obligando a los ciudadanos y turistas a invertir dinero en la gran parte de las actividades recreativas.

No solo nos han arrebatado los espacios recreativos, también se llevaron la calle.

Ser un peatón es inseguro ya que el tráfico se dispara constantemente, las banquetas ocupan un espacio pequeño a comparación de los carros, la ciclovía nunca es respetada y la cultura vial está en constante declive.

El acceso a la vivienda empeora día con día. Constantemente se desplazan a mexicanos de las colonias gentrificadas con la finalidad de cederle esos espacios a extranjeros que tienen mejores economías y solvencia económica para pagar rentas infladas.

Este tipo de escenarios se presentan cuando el crecimiento está en descontrol. Cuando la avaricia supera la empatía y pensar en otra cosa que no sea dinero se vuelve complicado.

Todos queremos una ciudad bella, próspera, atractiva y eficiente, pero ¿cuánto estamos dispuestos a entregar?, ¿será que estamos listos para cerrar los ojos y fingir que no nos importan las injusticias?

Cada vez hay más bancas con trabas en ella. Bancas inútiles, incapaces de ser cómodas por más de cinco minutos.

Un problema bien tapatío

Para nosotros, clase media, es tan solo una banca incómoda más, una desventaja de nuestra ciudad el tener que invertir en recreación y ocio, pero para alguien esa banca implica un hogar arrebatado.

Un espacio que no es útil, que se desperdicia y es reclamado por personas que jamás comprenderán la sensación de cargar con todo lo que les pertenece en una mochila.

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Es necesario entender que el cambio en la ciudad es inevitable e irreversible.

El impacto ecológico es enorme y la población de la zona metropolitana va en aumento.

Aun así, creo que es necesario sentarnos a reconsiderar nuestro juicio y moral, actuando empáticamente con las desventajas que muchas personas experimentan como un estrago del crecimiento en la ciudad.

Entendiendo que pone en riesgo a las clases media y baja, obligándolas a desplazarse, a habitar las periferias causadas por la gentrificación, la especulación y la inestable economía mexicana.

Empecemos a reflexionar en las cosas que consumimos, los negocios que apoyamos, la moral que nos rige e incluso las ideas políticas que apropiamos y apoyamos.

Foto: Gobierno de Guadalajara.

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Andrea Díaz Porras
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Soy apasionada por el periodismo y la escritura. Estudio la Licenciatura en Escritura Creativa en la Universidad de Guadalajara. Mis principales intereses son la narrativa, el periodismo, el guionismo y la poesía. Tengo 19 años.

Soy apasionada por el periodismo y la escritura. Estudio la Licenciatura en Escritura Creativa en la Universidad de Guadalajara. Mis principales intereses son la narrativa, el periodismo, el guionismo y la poesía. Tengo 19 años.

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