El colapso escolar que se ha presentado debido a la pandemia es un tema de largo aliento.
Es innegable que, pese a los esfuerzos de las instituciones, lo escolar ha pasado a ser algo lastimosamente incómodo, pero aún apuntalado y sostenido por el sistema, porque el paradigma vigente hace todo lo posible por mantener a salvo este reducto de control. Y así lo denomino porque no se le puede llamar de otra manera a un espacio que desconoce e incluso deliberadamente niega a la niñez, el aire libertario del juego libre.
Se han escrito múltiples tratados sobre la importancia del juego como mediador de conocimientos y habilidades, así como facilitador de la percepción de las emociones para fin de autorregularse y gestionar la complejidad de la experiencia humana propia.
Y, sin embargo, la institución escolar continúa relegando el juego libre, apropiándose de los escasos momentos de juego para reglarlo y ejercerlo de manera vertical, usando su modo aleccionador y confinándolo a buscar por sus medios un hedonismo superficial y carente de esencia.
Y, a estas alturas, la niñez que descubre la manera de ser libre, autónoma y autogestiva a través del juego, es vista como incómoda, incorrecta e insurrecta.
El juego se vincula con alegría y humor, y ambos son disruptivos por excelencia
Por lo tanto, el juego correcto, el de exitosos y fracasados, el de corregir palabras y actitudes, el juego que sobreprotege y no tolera la amplitud de límites, es un juego tramposamente adultocentrista, moralista y aleccionador.
Por eso celebro que cada vez más familias, en su mayoría jóvenes madres y padres, en complicidad con educadoras y educadores comprometidos con la niñez, se arriesguen a permitir, estimular y apoyar que la niñez próxima viva con total plenitud el riesgo acompañado, el ensuciarse, mojarse, rodar colina abajo, retozar, contemplar, gritar, respirar ruidosamente, resfriarse, andar descalzos, en fin, moverse y experimentar la vida con plenitud y con plena consciencia de que los aprendizajes llegan cuando la información cobra sentido con la experiencia.
Por lo tanto, el activismo a favor de la niñez también consiste en promover más juego y menos tareas, para alcanzar un mejor desarrollo de las personas y a escala humana.
Fecha de publicación: 12 de marzo 2021.
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Promotora y gestora cultural especialista en pedagogía y cultura para la niñez; fue directora del Museo El Globo en Guadalajara y responsable de la transformación conceptual y física del recinto; es ciclista en tacones y madre todo el tiempo.