Ni el sol ni las adversidades impidieron que lograra su objetivo: preservar salud a su abuelo. La precariedad en que vive esta familia estremece en redes sociales.
OAXACA, (pagina3.mx).- En una vieja carriola para bebé habilitada como silla de ruedas, un niño de no más de 11 años llevó a su abuelo a vacunar.
Al pequeño Javier no le importó lo terregoso del camino, ni el quemante Sol que caía a plomo, mucho menos el peso de su abuelo para llevarlo al puesto de vacunación.
Es sábado 13 de marzo, es el segundo día de vacunación en San Isidro Monjas, agencia de Santa Cruz Xoxocotlán, municipio conurbado a la capital.
Con todas sus pequeñas fuerzas, empujaba la carriola para llegar al puesto de vacunación.
El enjuto cuerpo del abuelo Víctor, apenas cabía en la carriola para transportar a bebés o infantes de hasta unos tres o cuatro años de edad.
Encorvado el cuerpo, su cara casi pegada al pecho pero sin soltar el bastón con el que se apoya, hacía un gran esfuerzo para mantener sus piernas arriba y permitir que la carriola no se atorara o se lastimara.
Al llegar al filtro de entrada, un policía municipal le pregunta:
-¿Quién es el responsable de tu abuelito?
-Yo, contesta firmemente y con orgullo.
Asombrado, el uniformado le inquiere:
-¿No tienes un hermano, o alguien más que venga?, pensando en la responsabilidad que representa llevar a una persona adulta mayor a vacunar contra la Covid19.
-Sí, él, dice y señala al niño de unos 7 años que le acompaña.
-¿Alguien más que esté en tu casa?
–No, vivimos solos con mi abuelo.
Por: Paulina RÍOS / Imágenes de Vicente RÍOS