El Congreso aprobó la ley 25 de febrero pero sin reglamento no es operante; además la legislación impide que personas menores de edad puedan cambiar sus documentos, lo que para la CNDH y organizaciones civiles es discriminatorio
Tania Morales, fundadora de la Asociación por las Infancias Transgénero, recuerda que, desde pequeño, su hijo intentaba comunicarle su identidad de género: “No me [decía] soy trans, porque él no [conocía] ni siquiera la palabra (…) A los siete años me dijo ´yo quisiera ser un hombre´, [pero] lo que yo entendí fue que es más fácil, en un mundo machista, ser hombre que ser mujer”.
La activista recuerda: “Fue hasta los 13 años que yo le [regalé] un libro que se llama Este libro es gay (…) y seis meses después llegó y me dijo “lo que dice aquí (señalando el apartado de identidades de género del libro) es lo que he tratado de decir: yo soy un hombre”; esto la llevó a emprender, junto a su hijo, un largo camino para que su identidad sea reconocida por el Estado.
Morales y su hijo radican en el Estado de México, pero la situación en Puebla no es diferente. Pese a que el 25 de marzo se aprobó la ley de identidad sexo-genérica, o Ley Agnes, el Congreso estableció que solo las personas de 18 años pueden acceder al cambio de documentos para que estén acorde con su identidad autopercibida; por esta razón, el 27 de abril, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) interpuso una acción de inconstitucionalidad en contra de una fracción de esta nueva ley.
Por Fernando Merino Noriega @FerMerinoN
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