La guerra capitalista en México y los soldados-máquina de Crystal

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La guerra capitalista en México y los soldados-máquina de Crystal

Análisis multifactorial del aumento del consumo de metanfetamina en México

Por: Brenda Vázquez V. Foto: Noroeste. Publicación: 16/01/2022

Con el fin de generar un análisis y descripción de manera profunda y compleja sobre el aumento y problematización del consumo de metanfetamina, se analizan tres variables sobre la temática.

El objeto: la descripción de la sustancia, sus características, historia, efectos y consecuencias.

El contexto: global y nacional, relacionado con la guerra capitalista contra la vida y la supuesta guerra contra el narcotráfico, así como el contexto específico de la industria de metanfetamina y su relación con el aumento de la oferta que estimula la demanda.

Los sujetos: que se desarrollan entre el malestar, terror, precariedad e incertidumbre, y la imposición de felicidad, éxito y productividad, donde, para conseguir esto último, el consumo de sustancias, aparece como una alternativa más del mercado. Ya no tanto como una herramienta para el ocio o la evasión, sino para entrar a la realidad de una manera potencializada y elevar su rendimiento y satisfacción.

Sobre las personas, hay una segunda parte orientada a cuestionar las maneras en que niñas, niños, adolescentes y jóvenes, viven y significan la precarización; la guerra en la que han nacido o desarrollado etapas importantes de su desarrollo y eso relacionado al consumo de sustancias.

También, cómo una metáfora sobre los usuarios al llamarlos “soldados de crystal”, de diversas maneras se pueden llegar a reproducir las estrategias de la guerra capitalista, de destrucción y autodestrucción. Se aborda que no es reflejo de sujetos desviados o enfermos, sino de una especie de soldado-maquina, moldeado en los valores sociales de productividad, consumo y satisfacción.

Etnografía digital

Esta tesis de Sociología, la realicé desde la teoría e interacción con dos consumidores, cuatro exconsumidores, cuatro miembros de una comunidad terapéutica y seis personas con consumo activo de sustancias, a quienes ya conocía por otra investigación de 2020.

Apliqué 122 encuestas en Facebook en grupos privados donde se interactúa alrededor del consumo de crystal. También tuve interacción en Instagram, Twitter, Grindr, Tinder y WhatsApp de donde obtuve una perspectiva más amplia sobre las dinámicas de consumo, compra y venta; significados colectivos, efectos, consecuencias, entre otras cosas, que eran narradas por consumidores, ex consumidores y personas cercanas a estos.

Acercarse a esta población puede llegar a ser complicado, sobre todo por el cuidado que tienen con el anonimato o para evitar ser estigmatizados.

La incertidumbre sobre mis intenciones la pude observar tanto en las entrevistas como en la encuesta, con dudas: Oiga a mí que se me hace que usted es policía, ya me dio miedo seguir […]. fue lo que una persona dijo después de preguntas sobre las formas de operar del cartel o la plaza en su localidad; aunque en un tono simpático, demostró ser un tema delicado o no estar tan dispuesto a profundizar en ello.

De verse normal a normalizarse

De manera no profesional mi acercamiento con el consumo de esta sustancia comenzó desde 2012.

A partir de mi experiencia y transitar dentro del “mundo de las drogas”, me pude percatar de los cambios en los patrones y dinámicas de consumo que comenzaban a ser visibles en mi entorno.

Entre mis amigos, familiares y conocidos había muchas personas que utilizaban distintas sustancias, entre las cuales variaba el tiempo de consumo, que en algunos casos era mayor a dos años.

La mayoría mantenían su vida “normal”, cumplían con sus responsabilidades, ya fueran laborales o escolares, así como no presentar rasgos físicos o psíquicos de lo que se considera una adicción, o sea el consumo obsesivo, compulsivo y crónico de una sustancia, que se vuelve obvio en sus actitudes, aptitudes y apariencia de los sujetos consumidores.

Sin embargo para muchos, esta aparente normalidad o consumo adictivo funcional o poco grave, con la metanfetamina, no fue posible mantenerlo no por mucho tiempo.

Además de la potencialidad adictiva, otro de los aspectos que pude observar, fue el aumento de la disponibilidad de esta sustancia, en relación con la disminución de la calidad o disponibilidad de otras, como la cocaína, provocando que muchas personas, consciente o inconscientemente cambiaran su consumo.

En Jalisco esto sucedió en relación con la restructuración de las plazas y con el crecimiento y control del CJNG.

Esta información solo formó parte de conversaciones casuales, hasta el 2018, en una conferencia escuché que el crystal era la segunda sustancia de impacto, solo un poco abajo del alcohol que es una sustancia bastante disponible y socialmente aceptada; eso hizo darme cuenta que era una problemática que salía de mi entorno.

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Adiós al alcohol y tabaco, el crystal inicia

Según los datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (SISVEA), la situación es más alarmante pues el crystal en los Centros de Internamiento No Gubernamentales, del 2008 al 2018 aumentó un 251.5% como sustancia de impacto lo reporta la Secretaría de Salud en el año 2020).

Supera a el alcohol desde el 2017 con 34.2% y con un 53.8% en el 2021. Si bien esto refiere a la sustancia de impacto, no de inicio, el crystal es la segunda sustancia ilegal reportada aumentando desde 2017 al 2021 principalmente en la niñez 13 a 15 año, luego 16 a 18 años y 19 a 24 años.

Aunque en general es poco probable que se inicie a consumir después los 25 años y sobre todo que se desarrollen problemáticas, pero el crystal se muestra como la principal sustancia de inicio, asociado a nuevas formas de consumo problemático en quienes inician ya siendo mayores de edad, con motivaciones y consecuencias distintas a los más jóvenes.

Problema familiar a comunitario

La cifra en aumento del consumo de metanfetamina como sustancia de impacto, no solo muestra el aumento de consumidores, sino de las consecuencias que puede generar en la salud de las personas, dónde una gran cantidad de los usuarios o familiares solicitan intervención, a diferencia, por ejemplo, de la marihuana, que a pesar de ser más consumida en el mundo, son menos las consecuencias o intervenciones que se reportan.

Sin embargo, el aumento de estas cifras no se limita a la potencialidad adictiva y destructiva de la sustancia, ya que existen otras sustancias que podrían relacionarse con esto, como la heroína o el crack, sino también, al aumento de la tolerancia del consumo y la disponibilidad de la sustancia, que la acerca a un mayor número de personas.

Esto se puede relacionar con el aumento de los estados con un consumo problemático de crystal.

En 2018, eran 12 estados que presentaban un porcentaje mayor a la media nacional, tres años después ya eran 16 estados arriba de la media nacional entre estados como, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán que a pesar de estar debajo, tuvieron un crecimiento considerable en un periodo corto de tiempo: pasaron del 0% a más del 40%, según datos de la Secretaría de Salud.

29 de las 32 entidades de México presentan un consumo problemático de esta sustancia, dejando en evidencia que es una sustancia bastante accesible en todo el país, no solo en la frontera, las grandes ciudades o puntos turísticos.

En zonas donde hasta no hace mucho tiempo la marihuana a duras penas les llegaba, o ahí mismo la sembraban y no se digan otras sustancias como la cocaína.

No solo es potencialidad adictiva

Reafirmo que no basta con decir ni satanizar la potencialidad adictiva y destructiva que esta sustancia tiene, ni reducir a un análisis que generalice, patologice o criminalice a los consumidores.

Esta tesis no busca que se les perciba como personas enfermas o antisociales, ya que, a pesar de que el consumo de sustancias se considere una práctica contraria a los valores sociales, a lo largo de la historia tanto el rechazo como la popularización del consumo de drogas, nos habla bastante más de los valores sociales y culturales.

Por ejemplo, el consumo de sustancias motivado por el ocio, creatividad y oposición a las normas y valores sociales tradicionales, se popularizó con la juventud hippie que experimentaron el consumo alucinógeno con la pretensión de “elevar la conciencia”, salir de la realidad que les oprimía y vivir el mundo de formas distorsionadas.

Ese fin era motivado a encontrar nuevas formas de ver, sentir, habitar y escuchar al mundo, entonces se relacionaba con las nuevas identidades e ideologías populares entre los más jóvenes: amor, paz, transformación y ruptura con los valores y normas sociales. 

A diferencia de las sustancias, dinámicas y justificaciones de consumo que se popularizaron a partir de los años ochenta, una época en la que se sofocaron los sueños y proyectos de cambio social, donde se implementaron campañas y discursos para motivar a que las personas buscaran la satisfacción, bienestar y un valor social a partir del poder adquisitivo, esa perspectiva hizo que el consumo se relacionara con el éxito y el statu quo.

Al capitalismo de hippies a yuppies

El salto que dio la juventud entre ser hippies y ser yuppies, no solo significó una transformación de una moda juvenil con diferentes gustos en moda, música o tipo de sustancias de preferencia, sino que muestra la adaptación de las aspiraciones, identidades e ideologías de los jóvenes a la imposición capitalista.

Personas pasaron de rechazar -aunque se quedara en un rechazo simbólico o ideológico- la guerra y la acumulación de riquezas, a ignorarla o promoverla.

La popularización de la metanfetamina refleja sobre el contexto y las subjetividades que se construyen en torno a la guerra y en base los valores y dinámicas capitalistas. 

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Es innegable la potencialidad adictiva, así como las diversas consecuencias que pueden estar relacionadas con el consumo de esta sustancia. Sin embargo, la problemática no puede centrarse en la sustancia, ni en las personas, sino en el contexto general y específico en el que se producen, distribuyen y significan las sustancias. 

**En las próximas entregas, PERIMETRAL irá desglosando la tesis por la que la autora obtuvo el grado de licenciatura en Sociología.

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Brenda Vázquez Velázquez
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Soy licenciada en Sociología por la Universidad de Guadalajara. Hice intervención dirigida a la estimulación corporal y socioemocional de las infancias. Durante cuatro años hice trabajo relacionado con el análisis y descripción del fenómeno del consumo de sustancias y las adicciones y he sido asistente de investigación en un grupo multidisciplinario de la Universidad ITESO, para el estudio sobre la capacidad de agencia en la experiencia adictiva y de rehabilitación; nos enfocamos principalmente en el aumento del consumo de metanfetamina en México, el consumo en jóvenes, adolescentes, niños, niñas, mujeres y la comunidad LGBT desde una perspectiva crítica e interseccional.

 

Soy licenciada en Sociología por la Universidad de Guadalajara. Hice intervención dirigida a la estimulación corporal y socioemocional de las infancias. Durante cuatro años hice trabajo relacionado con el análisis y descripción del fenómeno del consumo de sustancias y las adicciones y he sido asistente de investigación en un grupo multidisciplinario de la Universidad ITESO, para el estudio sobre la capacidad de agencia en la experiencia adictiva y de rehabilitación; nos enfocamos principalmente en el aumento del consumo de metanfetamina en México, el consumo en jóvenes, adolescentes, niños, niñas, mujeres y la comunidad LGBT desde una perspectiva crítica e interseccional.

 

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