Sebastião Salgado: Las preguntas que nos quedan
Por: Ricardo Guzmán. Foto: Sebastião Salgado. Fecha: 26 de mayo, 2025
No creía en el legado. <<El legado es lo que la gente construye después de que nos vamos del mundo>> pero sin dudarlo el suyo, se fue construyendo mientras aún trabajaba y a los 81 años, presentaba una de las exhibiciones más importantes de su carrera, un homenaje a la naturaleza, al planeta: Amazonia.
Sebastião Salgado es indudablemente uno de los documentalistas contemporáneos más importantes del mundo.
Sus fotografías han impactado de distintas maneras a generaciones enteras de fotógrafos y no-fotografos.
Aun cuando al inicio de su carrera algunas visiones se contraponían a la suya proyectando una posible estetización exacerbada de la desgracia, incluso la autora de Sobre la Fotografía Susang Sontag, escribió que su mirada era capaz de <<incentivar la desesperanza>> como una fotografía de la degradación capitalista.
Con el paso de los años y al ser muy evidente su responsabilidad con la sociedad y hacia la fotografía misma, eso se fue diluyendo.
Salgado trabajó con muchas instituciones, fundaciones, asociaciones y agencias, para desarrollar sus proyectos en beneficio de las comunidades a las que retrataba.
Las imágenes y el producto económico de ellas fue destinado en buena parte a apoyarles, como un ejercicio cotidiano que sucedió hasta sus últimos días.
Hubo polémicas que le rodearon y eso da para una siguiente columna.
Hoy quisiera dedicarme a hacernos algunas preguntas, porque considero más valioso coleccionar preguntas que respuestas. El fallecimiento de este tremendo creador nos deja como tarea inevitable tratar de responder algunas.
Otra forma de mirar el mundo
Salgado llegó a mis ojos mientras estudiaba fotografía y cada miércoles a las siete de la mañana las impartía otro gran maestro: José Hernández-Claire.
Hernández-Claire llegaba con un conjunto de diapositivas que él mismo tomaba de sus libros.
Nos mostraba el trabajo de muchos fotógrafos comprometidos con una mirada social, profunda y tremenda, como la suya misma:
Eugene Smith, Dorothea Lange, Henri Cartier-Bresson, Miguel Rio Branco y en algún momento en esa aula oscura, iluminada solo por el foco incandescente del proyector que también chaqueteaba mientras cambiaba de una imagen a otra, apareció un retrato grupal.
Recuerdo haber visto tres hombres enlodados miraban directo a la cámara en una composición perfecta que respetaba las proporciones áureas, después, las piernas sudorosas de muchas personas subían por escaleras de madera.
Aquel era un extraño paisaje post-apocalíptico, caótico, violento, cargando costales de lodo, transpirando. Todo eso después sería revelado como el ensayo -histórico- de los trabajadores en Serra Pelada, Brasil.
Así fue como estos dos personajes, mi maestro y Salgado, me enseñaron por primera vez una nueva forma de observar el mundo.
Temas y preguntas
El 23 de mayo a los 81 años, Sebastião Salgado falleció. La primera pregunta obligada es ¿Quién llenará ese espacio?. Muy temprano en su vida, apenas terminando la universidad, él y su esposa Lélia migraron a Francia alejándose de la dictadura militar en Brasil.
Exiliado, profundizó sus estudios hasta obtener un doctorado en economía.
Ciertamente el panorama lucía ideal para tener una vida acomodada en Europa, pero abandó ese camino para enfocarse por completo al nuevo amor: la fotografía.
Junto a Lélia Wanick comenzó a construir una carrera en el universo de la fotografía social, las causas humanitarias y el deseo de ser un espejo para reflejar las realidades de las que muchos desvían la mirada.
Comunidades en más de 100 países del mundo fueron enfocadas por su lente y pasaron por su mirada, desde el entendimiento profundo de sus condiciones.
Así sucedió en África con el proyecto Sahel: el final del camino.
Después en Trabajadores y en el ya mencionado Serra pelada, se acercó a las dinámicas de desigualdad social: hombres y mujeres buscaban oro en una mina a cielo abierto en su natal Brasil.
Los temas de sus fotografías han sido desde hace años los más importantes de la humanidad.
Ahora cuando por momentos el arte luce lejano y auto referencial porque su valor depende más del artista que de sus cualidades estéticas, conceptuales, emocionales y sobre todo sociales: toca volver a mirar sus fotografías.
Volver al compromiso
El trabajo que ahora nos queda para revisar y repensar constantemente de Salgado, es recordar el compromiso antes de disparar una cámara, empuñar un lápiz o un pincel.
Otro ejemplo es Éxodos publicado hace mas de 20 años, donde ya tocaba uno de los temas más dolorosos y desgarradores de la sociedad contemporánea: la migración forzada, los desplazamientos, la tremenda desigualdad que lleva a millones de personas por todo el planeta a buscar -muchísimas veces con muy altos costos- una mejor vida lejos de sus hogares.
¿Son el arte y la fotografía capaces de ser medios para la verdad? creo que Salgado perseguía constantemente esa respuesta.
La buscaba tal vez sabiendo que solo personajes como él, con ese embalaje tan complejo y único, podrían responder a nombre de todo el resto de las manifestaciones estéticas.
También, porque si no lo fuera, si la fotografía y el arte no pudieran hablar con y para la verdad, muy probablemente todo el trabajo de los artistas sería una cuestión meramente de gusto.
Vimos decenas de años decantarse en proyectos complejamente logrados en libros, exhibiciones, documentales varios.
Impactó todo el arte
¿Cómo podríamos comprender mejor la producción artística como un actor de resistencia si no es viendo el andar de Salgado por más de treinta años para documentar Amazonia?
Ese fue su último proyecto presentado en México hace apenas unas semanas en el Museo de Antropología e Historia. Retrata lo más profundo de la selva Amazónica, sus pobladores.
En una entrevista reciente contó que una pequeña parte de ese proyecto, consistió en poner de pie una embarcación que lo llevaría a navegar las complejas venas acuosas del Amazonas.
Fue su equipo de trabajo: pilotos, tripulación, investigadores, asesores y expertos en distintas áreas.
La misión era desembarcar y tocar tierra de nuevo 40 días después de viaje, el equivalente a salir de México a Japón en barco y regresar.
También cuenta que retratar a los pobladores de la selva, comunidades apenas tocadas por la actualidad, fue casi como retratar a los primeros seres humanos que poblaron la tierra.
Lo que nos sigue
¿Quién podrá entonces tomar la responsabilidad de hacer los que ahora construiremos con su obra ese legado, sigamos volteando constantemente a observar eso que duele, eso que golpea el corazón de nuestra sociedad?
¿Quién se hará cargo de empujar a las nuevas generaciones, responsablemente, en un clase de fotografía donde aparezcan sus imágenes proyectadas para saber mirar y entender a la sociedad?
Sebastião Salgado nos deja pistas: <<Para ser un buen fotógrafo, es crucial comprender a la sociedad>> dice.
Eso es una labor titánica, como una práctica de todos los días de saber mirar para encontrarnos en el otro.
Por eso ahora que ya no está, nos queda nada más revisar una y otra vez su trabajo, leerle de nuevo, escucharle de nuevo.
Al hacernos las preguntas correctas, seguro nos daremos cuenta que, esas preguntas son las mismas que se habían hecho él hace años, pero no habíamos escuchado con suficiente atención.

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Ricardo Guzman
Artista visual. Estudió Artes Audiovisuales en el Centro de Medios Audiovisuales y una especialidad en fotografía en la Universidad de Guadalajara. En 2012 participó en el programa de residencias de la American Fundation For The Cuban Development, fu seleccionado del Premio Mexicano de Fotografía Contemporánea de la Fundación Mexicana de Cine y Artes FUMCA. Acaba de ser el curador y coordinador de la exposición de fotografía de Jalisco, en el Centro de la Imagen.
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