Reguero de cadáveres, libro cariñoso al Veracruz muy lastimado
Por: Nidia Covarrubias. Foto: Victoria Razo. Fecha: 5/12/2022
Existen por lo menos dos formas de relacionarse con las palabras, en una podemos tratar las palabras como si fueran insuficientes, incapaces de poder transmitir algo que se acerque a la realidad; esta perspectiva nos lleva a recurrir a métodos y tradiciones bajo la promesa de la rigurosidad; en otra, la palabra es definitiva, es el vínculo necesario para poder abordar la realidad de manera colectiva.
Si tratamos a las palabras como el vínculo necesario para abordar la realidad de manera colectiva, es la propia ética la que nos lleva a tomar la decisión de valernos de los recursos que la palabra nos ofrece de una forma más amplia para transmitir el mensaje tan honestamente como las palabras lo permiten.
El ideal del periodismo es la transmisión de la verdad a partir de los hechos, y afortunadamente, las obras de no ficción han creado un espacio incómodo entre el periodismo y la narrativa, utilizando no sólo las herramientas del periodismo cuando así resulte necesario, sino también las de la literatura.
Episodios reales
Cada obra de no ficción es por ello una pieza de confección única.
En Reguero de Cadáveres también tenemos una pieza de confección única.
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Además, en ese incómodo lugar desde el que las obras de no ficción enuncian hay una relación distinta con las palabras, que las coloca sí como la vía directa para conocer los hechos y el contexto, pero a través de ellas también hay una ventana a un lugar más profundo y muchas veces invisibilizado: la interioridad de los involucrados, sus emociones.
Poner de manifiesto un aspecto tan silenciado por la política de las emociones que se aplica sobre la labor periodística es sumamente valioso, no sólo por el tipo de acercamiento que permite para comprender experiencias tan complejas, sino también por la manera en que exponer este aspecto interpela a quienes forman parte de las historias, y es que esto incluye también a los autores, como profesionistas y como personas.
En este libro de Juan Eduardo Mateos, quien se ha venido desempeñando como periodista, comenzaría por desmantelar algunas expectativas que se pudieran tener, pues aborda el crudo periodo entre 2004 y 2016 en el Puerto de Veracruz.
Y me gustaría comenzar por lo que Reguero de Cadáveres no es:
No es una secuencia de datos estadísticos y no es un relato de los hechos que pretenda mostrarse como si el contexto fuera ajeno al autor. Ni se encontrará en él un asidero para la moralización.
Y hablemos de lo que sí es:
Reguero de Cadáveres es un conjunto de retratos, en los que los lectores podrán encontrar no sólo nombres, sino un acercamiento inteligente y sensible a la forma en que se vive un puerto como Veracruz.
Veracruz perrea
Un acercamiento a las motivaciones de su gente, sus sueños, al cariño y el dolor por los desplazados, los desaparecidos y asesinados, a la manera en que algunos de ellos habitaron la contradicción para luego dejar la ciudad o este mundo, a la forma en la que las familias pueden deshacerse, y a la forma en que las madres se ven convertidas en buscadoras de tesoros.
El hilo conductor de Reguero de Cadáveres son las relaciones entre las personas y sus afectos.
En el contexto de pérdidas humanas que han experimentado los pobladores del puerto de Veracruz, debido a la ola de violencia ocurrida sobre todo en la zona norte.
Desde el 2004 hasta el 2016 durante las gobernaturas de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, vemos una narrativa que recorre las casas familiares, los barrios, las cantinas, los antros, la vida nocturna, la fiesta, el estadio y las barras de aficionados al fútbol, el carnaval, la música y los músicos.
Es decir, todo aquello que es deseable y hermoso en la vida cultural del puerto, salvo la Fiscalía, sus empleados y las fosas.
Por lo tanto, y esperando que las expectativas en este momento se encuentren mejor enfocadas, deben imaginarse que este libro contiene relatos difíciles de afrontar, por los propios cuidados que el autor pone en la fidelidad del retrato.
Sin embargo, queda mucho espacio para verse cautivados por la sencillez y la gracia con la que los jarochos transitan por la vida.
Reguero de cadáveres, libro cariñoso al Veracruz muy lastimado
Si lo que les interesa conocer es cómo las palabras retratan estas experiencia a través de la mirada de un periodista que no está dispuesto a soltar el hilo de las afectaciones, entendiéndose esto desde la mirada que brindan los afectos, lo encontraran aquí.
Mientras leía el libro encontraba que había un enfoque incluso afectivo, es decir, que en el texto como ya lo he mencionado antes, no suelta el hilo de cómo se ven afectadas las personas que pasan por estas experiencias.
Hablando con él, le pregunté si había estudiado antropología o algo relacionado a las emociones: me dijo que no, pero encontré acercamientos auto etnográficos.
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