«Otro machismo es posible» o la violencia del hombre educado

Reproducir

«Otro machismo es posible» o la violencia del hombre educado

Por: Antónimo. Foto: Contrahegemoniaweb. 15 de mayo 2023

El camino de Ida es la última y tal vez la menos celebrada, novela de Ricardo Piglia, un cuasi policial a su estilo, en el que el (ex) escritor Emilio Renzi es invitado a dar clases de literatura a una universidad norteamericana y termina inmerso en una libresca investigación sobre el accidente mortal o posible homicidio de su colega, la profesora Ida Brown.

El marco del relato describe la ceremonia de atención institucional a disposición del profesor visitante: cartel con su nombre esperándolo en un andén, gastos de alojamiento y transporte cubiertos; invitaciones a comer a restaurantes o casas particulares, hasta el prestigio, atracción o curiosidad que despierta el que viene de fuera.

El protagonista de la novela reflexiona e ironiza sobre el ambiente artificial que son esos espacios de docencia e investigación, donde cómodamente escriben contra las élites los que trabajan para ellas o son parte de las mismas.

«Otro machismo es posible» o la violencia del hombre educado

La vida de gabinete con sus especulaciones abstractas “como si lo que enseñábamos no tuviera ninguna relación con la vida real”, se queja sin mucha convicción la profesora Ida Brown.

Aislados y monótonos, los campus universitarios se pretenden asépticos y apacibles porque “la vida peligrosa parecía estar fuera de ahí”, dice Renzi.

Con sus secretarias solícitas, amplios jardines y ventanas de cristal; sus vastas bibliotecas les permiten escapar de la realidad pues “Era como estar en una clínica psiquiátrica de lujo.”

En El camino de Ida, señala Piglia sobre la vida dentro de la burbuja universitaria, que si bien entre pares se profesan una falsa amabilidad, trabajada con ironía e indiferencia, para sostener el «código académico de relaciones cordiales y distantes, olvidando lo que sucede fuera del campus», también “Las universidades han desplazado los guetos como lugares de violencia psíquica”.

Estudiar por prestigio

Nadie oculta que la verdadera carrera académica es por el prestigio individual, una profesión donde pensar y pelear son dos verbos inseparables, dice Piglia.

Se trata de competir y conquistar los temas de estudio, que de por sí son campos laborales, considerados propiedad privada, delimitados y vedados para los más fuertes o, mejor dicho, para los más agresivos, revestidos de sagaces y expertos en la materia.

Y aquí llegamos a la cita de El camino de Ida que ahora importa:

“Los campus son pacíficos y elegantes, están pensados para dejar afuera la experiencia y las pasiones pero corren por debajo altas olas de cólera subterránea: la terrible violencia de los hombres educados”

Para entrar en los terrenos de ese hombre que va perfumado y con saco, pero sin corbata porque– ya lo dijo el Pepe Mujica, otro de los gurús del reformismo– eso sería eurocéntrico.

Hablo del consumista y consumible de las teorías de moda que viven con privilegio el tedio de saber que en el mundo exterior a nadie le sirve su trabajo. Y como si intrascendencia e impunidad se conectaran, esconde su ser sexista, misógino, oportunista y ordinario detrás de los gestos y la verborrea del progresismo extractivo propio de las burguesías izquierdoparlantes.

Mientras las acciones discursivas que siguen teniendo la capacidad de afectar vidas y alterar el mundo son las del machismo y el dinero, este sujeto académico vive usufructuando del lenguaje de los movimientos sociales, pervierte un vocabulario que disocia las palabras de la experiencia encarnada de la lucha misma (re) produciendo “palabras-amibas” como dice Iván Illich y terminan no significando nada preciso.

Por ejemplo: descolonizar, epistemicio, sur global, abya yala, utopía, emancipación, otro-mundo-es-posible, buen vivir, entre muchas otras pachamamadas, son su coartada para transformar jerga en mercancía y demostrar con sus eructos de erudito, que también, otro machismo es posible.

Eruditos y déspotas

Se trata del abusador con bibliografía pidiendo derecho de réplica para dar contexto a su violencia, el de las pedagogías sumisas y la publicidad del poder desde la academia fértil para las prácticas abusivas continuas, las posiciones jerárquicas como cultura institucional, la asimetría normalizada, el entramado de recompensas y protección, con las “personas de confianza” ocupando puestos directivos.

El despotismo académico donde nada de esto es un abuso sino su esencia.   

Te sugerimos el reportaje Se triplica la denuncia de acoso sexual en la UDG

Otra vez vendrán autocríticas y reflexiones desde y sobre la academia, se hablará de reparación del daño y protocolos contra las violencias machistas, los hombres educados se vestirán de aliados y deconstruidos, impulsarán cursos con «perspectiva de género» y foros de otras masculinidades, en suma, se activará la argucia gatopardista en las cúpulas doctorales.

Mientras, los cambios verdaderos seguirán siendo urgentes y las simulaciones del macho pogre estarán ahí para estorbar.

Así no habrá sendero seguro. Los abusadores llegan a las universidades en auto a dictar sus cátedras; desde los viene-viene hasta los auditorios, todo está dispuesto para llamarles Doctor, y cuidarles su lugar.

Para imaginar “las nuevas posibilidades de existencia” sugiere Michel Onfray autor del libro Política del rebelde, la promoción de valores auténticamente subversivos y el único que menciona es el de la hospitalidad –ese gran rito medieval, diría Foucault–, del que carecen las universidades modernas para con la mayoría de integrantes de la comunidad en que están insertas.

«Otro machismo es posible» o la violencia del hombre educado.

Por su parte, Sartre, tres décadas antes en el famoso prólogo a Los condenados de la tierra, recomendaba a los intelectuales europeos avergonzarse de sí mismos, porque la vergüenza es un sentimiento revolucionario que ayuda a comprender la violencia propia.

Masculinidad rebosada

Voy con una última ocurrencia: quitando la grandilocuencia del adjetivo revolucionario, tal vez lo que hoy toca entre “los hombres educados” y al machismo en general, es suscitar para sí el sentido del ridículo, ese al que tanto temen ante la perspectiva de un fracaso profesional o carcome el ego apenas desvían medio palmo la trayectoria de la masculinidad hegemónica.

Sucede que no escuchan y están blindados si se trata del papelón rabo verde que hacen al perseguir mujeres diez, veinte, cuarenta años más jóvenes.

Lo irrisorio de su autopercibido sex appeal, su donjuanismo anacrónico y repugnante es el ridículo de promoverse autohomenajes o citarse todo el tiempo como autoridad imprescindible para hablar de las luchas antisistema.

El ridículo también es que una universidad base su prestigio y presupuesto, en el nombre de uno o algunos profesores estrellas, pero no en las relaciones sanas de enseñanza entre docentes y estudiantes.

En el respeto a los derechos laborales de sus trabajadores, empezando por el personal de limpieza y “seguridad” siempre subcontratado y precarizado.

Menos, en la transparencia de su vocación comunitaria y los lazos de extensión que en la vida política logre sostener como una célula más de la sociedad.

La ridiculez del proge

Se trata pues de herir la arrogancia en su propia ridiculez acaso apenas una toma de conciencia, nada del otro mundo que merezca más aplausos para el hombre educado, sólo tener sentido del ridículo.

Intentar en esa cámara de egos, disponer los espejos de tal manera que el violento no pueda ver su ejercicio del poder de otra forma que no sea deshonrosa.

Mención aparte merece la imaginación política de las investigadoras Lieselotte Viaene, Catarina Laranjeiro y Miye Nadya Tom y sus respectivas traductoras, con el artículo publicado en Contrahegemonía Web Las paredes hablan cuando nadie más lo hacía.

Es brutal que incluso para exponer abusos dentro de las ciencias sociales sigan necesitando bibliografía, marco teórico y metodología para que las instituciones universitarias no respondan hasta que aparezca su nombre en la denuncia publicada en un libro.

Se trata de notas autoetnográficas sobre control y poder sexual en el mundo académico de vanguardia, que por imposible que parezca, un artículo académico todavía puede gritar y seguir abriendo un camino de vuelta lejos de la terrible violencia de los hombres educados y como exige Moira Millán –tras denunciar el hostigamiento sexual que vivió de parte de Boaventura Sousa Santos– se haga justicia para que las mujeres “puedan ir a la universidad sin un acosador definiendo el destino de sus carreras”.

Este periodismo es independiente en lo editorial y financiero. Estamos comprometidas a publicar contenidos éticos, novedosos, críticos y con un enfoque de derechos humanos.

Sé parte de la audiencia activa que sostiene este medio y sus proyectos. Aunque el acceso a nuestro sitio web se mantendrá abierto sin costo, puedes gratificar y reconocer a quién consideres oportuno:

Por favor déjanos conocer tus opiniones sobre lo que leíste o escuchaste ¿Es #PeriodismoParaUsarse?.

También puedes hacer una donación (monetaria o en especie) a la Asociación Civil, vía perimetral.press@gmail.com

Web | + posts

PERIMETRAL #PeriodismoParaUsarse, hace periodismo de investigación con enfoque de derechos huamnos; somos también una red de medios independientes que dan cobertura a la agenda social, política y cultural en el estado de Jalisco.

PERIMETRAL #PeriodismoParaUsarse, hace periodismo de investigación con enfoque de derechos huamnos; somos también una red de medios independientes que dan cobertura a la agenda social, política y cultural en el estado de Jalisco.

Relacionados

Del dato al relato
Gratificaciones PerimitralGRATIFICACIONES