Los fideicomisos fueron una medida efectiva para evadir la burocracia. Pero también se convirtieron en un nido de corrupción, de acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Cientos de personas protestaron para que los senadores voten en contra de desaparecer esta figura o al menos que revisen con cuidado las implicaciones de su decisión
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Arturo Contreras Camero y Reyna Haydeé Ramírez
Ciudad de México.- Es la última ventanilla en el proceso legislativo para eliminar 109 fideicomisos públicos, que manejan una parte de los recursos fiscales que cada año se asignan a la operación del gobierno.
El espacio de discusión son las oficinas del Senado de la República. A este lugar, en una zona cada vez más cotizada de Ciudad de México, llegaron cientos de personas.
La protesta es para tratar de influir en los senadores para que voten en contra de desaparecer esta figura de operación presupuestal… O al menos que revisen con cuidado las implicaciones de su decisión.
Los Fideicomisos Públicos son, desde hace un par de décadas, una forma de ejercer los recursos públicos en tareas que la burocracia tradicional mexicana suele, o solía, entorpecer.
Básicamente se destina una parte de la asignación presupuestal de cada año a las dependencias de gobierno, para que se utilicen de manera flexible en acciones y programas que necesitan evadir la enorme telaraña que implica ejercer el dinero destinado para fines concretos.
Los fideicomisos fueron, en algún momento, una medida efectiva para evadir la burocracia. Pero también se convirtieron en un nido de corrupción, de acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y por eso la decisión de cancelar todos los fideicomisos públicos. Empezó con 109 cuya extinción se aprobó en la Cámara de Diputados.
Falta todavía la votación en el Senado, que debe ratificar o no la determinación de los diputados. Es la razón de la protesta en este martes 13 de octubre.

Un grupo de científicos, activistas por el medio ambiente, familiares de personas desaparecidas y extrabajadores agrícolas en Estados Unidos en los años 60, conocidos como braceros, cerraron por unas horas las puertas de ingreso al edificio del Senado.
Reclamaron su derecho de audiencia. Al mediodía del martes 13 no lo habían conseguido.
“Los que antes nos abrían la puerta, ahora no nos escuchan”, reclama Roberto Villanueva, quien alega ser defensor de derechos humanos y que acompaña a víctimas de personas desaparecidas.
Y apunta: el problema no es que desaparezcan los fideicomisos, sino que, jura, la decisión se justifica “en la modificación de diversas leyes, todas son diferentes, ese es el problema, que no puedes meterlos todos en la misma bolsa”.
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