El más reciente intento por privatizar la primera cooperativa de vivienda de la ciudad sucumbió ante la capacidad organizativa de sus integrantes. Abuelitas, jóvenes y hasta niños salieron a defender su tierra, su casa y su cooperativa. El amor y el arraigo a su colonia profundizan su lucha y su organización
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando inició la construcción de El Pantalón, en los 90 (insigne edificio del horizonte de Santa Fe), a la gente que vive en el terreno de junto, en la colonia Palo Alto, les ofrecían 2 millones de pesos por sus casas. Hoy la oferta llega a los 5 millones, pero ni todo el dinero del mundo va a bastar para que los habitantes de esta colonia abandonen sus tierras a manos del mercado.
“Así se pueden ir, y ni aún cuando nos ofrezcan 100 millones les vamos a vender. Palo Alto no se vende”, dice con contundencia Gloria Valdespino Domínguez, una de las más de 3 mil personas que han estado aquí toda su vida. A pesar de que todos los vecinos comparten la defensa férrea por su tierra, pocos son los que entienden el proceso del que se defienden hoy. Para entenderlo, hay que hacer una revisión a la historia de la cooperativa.
¿Una colonia idílica?
Palo Alto existe desde antes que Santa Fe fuera el centro financiero y residencial de lujo que es ahora. Desde mediados del siglo pasado un grupo muy grande de mineros que venían principalmente de Michoacán decidió permanecer aquí y organizarse para crear un esquema de vivienda social no visto hasta antes en México. A través de la inspiración y la guía de un par de sacerdotes y un par de trabajadoras sociales, los habitantes iniciaron un sistema de gestión de vivienda inclusiva.
Texto y fotos: Redacción Pie de Página
30 junio, 2021
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