Cuidado UdeG, no hay víctimas de primera y segunda

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Cuidado UDG, no hay víctimas de primera y segunda

Por Jade Ramírez. Fotos: Gaceta UDG. Fecha: 4 de noviembre, 2024

Al menos siete mujeres entre docentes, administrativas y estudiantes —en los últimos 15 años—, me han buscado en confidencia para denunciar delitos contra ellas.

Acoso sexual, hostigamiento, micromachismo, violación sexual y actos de poderío. Estos constituyen una evidente ruptura de las normas de convivencia sana o una alteración comunitaria dentro de la Universidad de Guadalajara.

De esas siete solo he publicado sobre tres. Las demás víctimas han decidido sólo desahogarse conmigo en largas llamadas, mensajes, correos electrónicos. Agotadas, declinan denunciar y litigar porque saben que los agresores están protegidos por la cúpula de la UdeG. 

Saben que nadie las tomará en serio. Y que, tumbar el sistema patriarcal que cuida no lavar la ropa sucia frente a toda la sociedad, sino en azoteas inaccesibles y poco transparentes, no se tumba sola.

Así es como se terminan sintiendo: solas, locas, desquiciadas, vencibles, incapaces de obtener justicia basada en la verdad. Son hechos cometidos por poderosos hombres en la academia, la política e incluso a ras de oficina en muchos rincones de la UdeG.

Paraninfo de la UdeG

Hace días, me enviaron un formulario para firmar en solidaridad a Leticia Leal Moya, rectora del CUTlajomulco. Ella también es contendiente a la rectoría general de la Universidad de Guadalajara. Primero quise entender la raíz del mensaje.

¿Quién se hacía responsable? ¿Será “fuego amigo” de una mano que mece la cuna con ganas de desestabilizar su candidatura? Me pregunté y me quedó claro: ¡Se puso ruda la elección!

¿Por qué cuestioné el fin de un comunicado a primera vista genuino? Porque llevo 27 años metida en la UDG y me ha tocado ver de cerca cómo se forjan las grillas más bizarras en la cúpula. Y sin importar el parentesco y rango. 

Normas comunitarias

La UdeG nunca pierde, incluso, aunque pierda o muera el cacique. Es una entidad que sabe capitalizar sí o sí una identidad, una marca o peones en el ajedrez alrededor de todo el potencial grandioso y prometedor que tiene esta casa de estudios.

Una vez medianamente esclarecido que sí era real la consternación de varias universitarias poniendo el hombro a la académica, me sorprendió el polvorín de la estrategia. Consiguió casi 4 mil firmas de las más visibles feministas —no feministas— y mujeristas de “casa” y fuera de ella. Todas tuteando a Leticia Leal en redes sociales con su firma y un firme: no estás sola.

Lo que no termino de entender y hasta ahora no se ha argumentado en medios ni declaraciones, es cómo el asunto primariamente familiar que han gestionado por la vía jurídica, y de facto, ella y el padre de su hijo —académico en el CUCEA—, constituye una clara violación a las normas comunitarias de convivencia sana que amerita la movilización de funcionarias universitarias, un desplegado en medios impresos —que cuesta—, hasta una declaración pública del rector general Ricardo Villanueva que habló en plural de lo que no se va a tolerar en la UdeG.

Eso, en principio, nos debería llenar de esperanza para las 827 víctimas de violencia machista que denunciaron formalmente en el año 2023.

Se trata de acciones en su contra,  documentadas dentro de aulas, centros universitarios, oficinas y áreas aledañas a la institución educativa. De estos nos hemos enterado en los recientes seis años a través de denuncias, tendederos el 8 de marzo, el 25 de noviembre o cualquier otro día.

Víctmas de violencia de género en 2023

A ese número se suman 3 mil 57, sólo en el año 2022… ¡Y ni qué hablar de cuando no existía protocolo de atención!

Comparativo de casos entre 2022 y 2023
La cita

Mis preguntas genuinas como periodista y universitaria no las pude expresar en la rueda de prensa convocada el jueves 31 de octubre, pues se dio el mismo día con muy pocas horas de antelación.

Leticia Leal apareció acompañada por la titular de la Unidad de Igualdad de Género de la casa de estudio, Erika Loyo. También estuvieron las otras candidatas a la rectoría general: Mara Robles y Karla Planter. Hubo buena producción en el evento: conducción de Margarita Alegría, responsable de atención a medios en Comunicación Social de la UdeG, toldo, sonido, mesa, asistencia de aliadas, sillas y transmisión por el FB de la FEU.

Leticia Leal, además de agradecer la solidaridad, dijo que había vivido en silencio el arrebato de su hijo en 2020. Luego, que tiene más de 40 demandas de acusaciones infundadas como abuso sexual hasta y la pérdida de custodia. Nada ha prosperado.

¿Así va a romper el pacto patriarcal la UdeG?

Sin duda todo el relato de Leticia Leal es abrumador y filosófico. Nadie puede no estrujarse por su historia <<colérica y agresiva>> por la que pidió apoyo.

En respuesta, llegaron a acompañarla otras madres que atraviesan lo mismo que ella. Por ejemplo Elisa Celis, uno de los rostros más visibles de la violencia vicaria en Jalisco. Ella tiene todas las razones jurídicas a su favor, pero la corrupción del sistema judicial tiene a su hijo alejado de ella. 

Desde el 2021 en Perimetral Press —el semanario autónomo que dirijo—, y desde luego en cada reportería que hago para Radio Universidad de Guadalajara y Canal 44, donde trabajo, he empeñado tiempo, estudio, lectura, revisión de casos, seguimiento y publicación, de casos atroces de violencia vicaria que pasan de noche ante toda la comunidad universitaria.

Afirmo que la violencia vicaria es la expresión más cruel del patriarcado. Así se titularon cinco reportajes que publicamos mi compañera reportera Susana Rodríguez y yo hace tres años. Esa serie nos costó muchísimo manufacturar, sobre todo superar un trauma anímico porque los testimonios son abrumadores, pero reitero, todavía no me queda claro cómo ese caso rompe las reglas comunitarias de sana convivencia dentro de la casa de estudios que amerite un despliego de fuerza para una sola víctima.

¿Nuevo modelo para gestionar violencias machistas?

Sin conocer todos los detalles de lo que Leticia Leal ha enfrentado puedo sensibilizarme y saber que, detrás del hijo arrancado de su lecho, hay un tormento. Es una injusticia basada en las típicas trampas judiciales de impartidorxs de justicia y abogansters. Estos comenten cualquier acto corrupto para complacer al cliente pagando más o al varón a quién le dan la razón porque se ponen de su lado.

Además de desear que pronto se reencuentren Leticia y su hijo para que ella viva en buenas condiciones la contienda política por gobernar la UDG como rectora general, me pregunto: 

¿Estamos frente a un nuevo modelo o ventanilla para gestionar las violencias machistas todas —dentro y fuera de la Universidad de Guadalajara—, donde la voluntad política se va a movilizar por cada caso, salir y juntar arropamiento de 4 mil firmas?

Ojalá que sí. Porque en el feminicidio de Imelda Virgen cometido en 2012, la UdeG dijo que no le tocaba hacer nada, aunque era profesora del CUAAD.

Ojalá que sí por la estudiante de postgrado Wendoline. Por Dani a quien violaron sexualmente en la carrera de Medicina. Por María del CUSur, la R1 del Hospital Civil. O la docente Sandra —incluso yo—, sin acceso a la justicia. Y que no les caería mal toda esta fuerza que hemos visto en redes sociales, desplegados y rueda de prensa.

Cesar, inhabilitar, sancionar

Toca ya ir cesando, inhabilitando y sancionando hasta erradicar a todos los agresores, violadores y jerarcas machistas vinculados.

A cada una de las denuncias que sí se han establecido vía las ventanillas de Primer Contacto que responden al Protocolo de Atención de Casos de Violencia de Género. Y en escuelas o las oficinas administrativas de la Universidad de Guadalajara.

Es urgente que si inicia una nueva era —como se dijo en la rueda de prensa— donde el pacto patriarcal en la UdeG se va a romper y ni un solo día habite el silencio en todos los casos. Casos que están anquilosados en la Defensoría de los Derechos Humanos de Lxs Universitarixs bajo responsabilidad de Dante Haro. Y los que están de conocimiento en la Unidad de Igualdad con Érika Loyo.

Rectoría de la UdeG

No son suficientes las disculpas verbales a las víctimas en una oficina porque se dejan correr semanas, semestres, años en la investigación de las denuncias; los agresores tienen trato igualitario frente a la víctima y siguen cobrando mientras las denunciantes deben compartir pasillos de estudio, quirófano o trabajo con él. 

Romper el pacto patriarcal es no bajar la guardia y comprometerse con toda la UdeG. Que lo rompan Leticia, Karla, Mara, Érika y las demás políticas cercanas al círculo de la rectoría general, para que todos los casos sí cometidos en los márgenes establecidos por la institución sean debida e inmediatamente resueltos. 

Sólo así habrá plena confianza desde toda la comunidad universitaria de a pie —se esfumará la suspicacia— sobre que las reglas de convivencia ética y sana se van a respetar en cascada, no sólo un asunto donde se pone más visibilidad porque se trata de la rectora de CUTlajomulco en el contexto electoral iniciado ante la sucesión gubernamental en nuestra casa de estudios.

Solo así los agresores como el profesor investigador Nauhcatzin, el padre del hijo de Leticia y todos los demás ocultos en cargos directivos, del fuero de la docencia o el sindicato sabrán que sí, que la Universidad de Guadalajara no está haciendo grilla de géneros, va en serio en el respaldo a cada denuncia —repito 3 mil 057— y no se perpetuará el ciclo de las víctimas de primera y segunda categoría.

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Soy radialista, periodista autodidacta y defensora de derechos humanos.

Autora de Radiografía de la música callejera en 2001, mi iniciación al paisaje sonoro. Gané la Bienal Internacional de Radio en tres ocasiones: radio-arte, radio indigenista y en mesa de debate. Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 2008; finalista en 2007 y 2009 del Premio Fundación Nuevo Periodismo por radiorreportajes sobre violaciones a los derechos humanos atravesados por el eje cultura.

Becaria de la Fundación PRENDE en la universidad Ibero y becaria Connectas. Oficial de Libertad de Expresión en la Red de Periodistas de a Pie de 2015 a 2021.

Soy radialista, periodista autodidacta y defensora de derechos humanos.

Autora de Radiografía de la música callejera en 2001, mi iniciación al paisaje sonoro. Gané la Bienal Internacional de Radio en tres ocasiones: radio-arte, radio indigenista y en mesa de debate. Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 2008; finalista en 2007 y 2009 del Premio Fundación Nuevo Periodismo por radiorreportajes sobre violaciones a los derechos humanos atravesados por el eje cultura.

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