Valeria Márquez nunca más ¿O probablemente siempre?

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Valeria Márquez nunca más ¿O probablemente siempre?

Por: Jade Ramírez. Foto: María Ruiz/Archivo. Fecha: 20 de mayo, 2025

Una niña frente al espejo está imitando la muerte, escenificando el feminicidio a Valeria. Lo hace espléndida como si se tratará de un homenaje a quien admira.

Lo que miré pasa dentro de una casa y lo hace sin ocultarse a plena luz del día, con la complicidad de adultos; curioseo por una ventana y me duele el pecho, porque a lo lejos oigo que la motivan y aplauden.

La niña abraza un muñeco, platica y de pronto cae tras emular sonoramente tres disparos. Imita la forma en que quedaron las manos de Valeria Márquez cuento a ella la mataron. Eso me hace moverme.

Voy al lugar donde aconteció el feminicidio en tiempo real a la esteticista que llaman influencer y afuera de su salón de belleza (sic) hay flores, veladoras, bebidas de Starbucks con su nombre y varios curiosos tomando fotografías del lugar. Llenan de manchas dactilares la puerta de vidrio.

Esas fotos las resguardan en sus teléfonos poseyendo un gran logro, llevan consigo un tesoro hipermoderno al capturar del sitio que se va a convertir en mito por quien les detona admiración, ternura, vouyerismo, orgasmo.

¿La habías visto en sus lives? -pregunté con pena y cuidándome de los halconcitos que había- ¡Nooo! lanzó en do sostenido una chamaca que apenas llegaba a los 17 años.

<<La conocí cuando pasó que se murió de disparos en su en vivo>> siguió platicándome. ¿Fue horrible, ¿No?, reviré. (Risas) <<…la neta sí pero murió como una grande, ya es más famosa>>. Enmudecí.

Real Center y Andares, comarcas sin ley

Los centros comerciales Real Center y Andares se distinguen por dos cosas: representar el despojo de bienes naturales y ser comarcas inseguras del poniente, sostenidas por una clase trabajadora que nos las disfruta.

En ese epicentro de explotación a donde acuden personas que viajan hasta tres horas en camión para llegar a trabajar, de día, sobre todo, es escenario de balaceras entre grupos delincuenciales, desapariciones de jóvenes -hay un caso de estudiante wixárika de la que nadie habla-, crímenes políticos, atracos.

Se ven convivir escoltas armadas de señores y señoras a quienes les transcurre el día lo contemplan sin prisas; comparten cajones de estacionamiento en restoranes o tiendas departamentales y se ceden con cordialidad el paso al Hospital Puerta de Hierro.

Ahí lo mismo están los más avanzados pediatras y oncólogas. Se practican hasta 70 cirugías plásticas por día –sin distinción de género- como me contó un camillero en un elevador: <<aquí no hay piso 13, señorita, porque mis jefes son muy supersticiosos>>, me dice cuando por error quise apretar ese botón.

El 14 de abril se asesinaron a dos hombres en un gimnasio y un mes después, a Luis Armando Córdova, ex diputado militante del PRI en una cafetería. Desde el año 2021 se registran balaceras y operativos de reacción en esas plazas sin que se estigmatice su hacer, como sí pasa en la comisión de otros delitos donde la clase es suficiente para desestimar los hechos.

Popularidad prefabricada

Valeria Márquez no era Selena. ¿Recuerdan aquella cantante noventera que colapsó el gusto popular por ser una gran intérprete del Tex Mex cumbia, norteño y pop en un solo género?

Abarrotaba lo mismo arenas y estadios que templetes en rancherías, hasta enamorar la radio fronteriza como todos los pueblos de México.

La también ganadora de un Grammy Latino en 1993, aparecía en las portadas de revista como en shows de televisión de varios países porque rompió culturalmente la industria dominada por blancos y cubanos con un <<carcancha, paso a pasito>>.

¿Por qué comparo a Valeria Márquez quien no tuvo en su vida éxitos relacionados a una disciplina determinada o de mucha dedicación con Selena?

Porque estamos frente a un feminicidio -planeado para verse en tiempo real- que abona a la crisis en las adolescencias inmiscuidas en las redes sociales, donde normalizan la dictadura de los cuerpos reelaborados como mercancía en un comercio global de la industria comunicacional a través de las, los, les, influencers. Y ahora, normalizarán que se mate a una mujer frente a la cámara donde divagaba.

Tambien, porque para no ser ejecutante de una disciplina artística como el canto, baile, la composición musical o la actuación como Selena, Valeria, por mucho que asombre, tenía y ya asesinada tendrá más, una amplia aceptación en audiencia jóvenes, niñas, como la que vi por una ventana, sin que como sociedad estemos sabiendo entender el <<fenómeno>> o problemática más cercana.

Cuando asesinaron a Selena, vimos una rabia y tristeza que atrapó a migrantes como personas luchonas que se identificaban con ella.

Le llevaron veladoras, cartas, fotos y flores a su casa. Había un duelo simbólico y lleno de injusticia, pues la cantante era ya un ícono cultural y estaba en su esplendor creativo. Quien les representaba el sentido de luchar por el sustento en busca del sueño americano, había caído por decisión de una amiga.

En una proporción distinta desde luego, pero real, hace pocos días la escena que vi afuera del Blossom, el que fue el espacio de trabajo de Valeria estaba convertido en rito.

Como cuando son atacadas activistas sociales o mueren tótems políticos y se les rinde duelo-homenaje público, así estaba el lugar que en realidad es escena de un crimen.

Valeria: ni libertad ni esperanza, necropoder.

Valeria era sólo una esteticista al igual que miles de asesoras de belleza (sic), en una metrópoli como Guadalajara pero en una zona de ricos con relaciones directas a un ecosistema delincuencial, lo que no la hace cómplice ni criminal, sino una víctima en varias escalas o capas.

Además, hay que decir que Valeria es un eslabón más de esa tergiversación que hace la globalización donde convence a las personas de que autonomía y libertad -o esperanza de sustento- proviene de transformar el cuerpo.

La joven de 23 años entró a un mercado de transacciones simbólicas: ella influye en otras, porque es influida por un sistema mayor. Capitalismo rapaz. Los titulares mediáticos la llaman solo influencer, no víctima de violencia de género, machismo, superficialidad, clasismo.

Si se quiere profundizar en el tema, un referente inmediato es la serie colombiana Sin tetas no hay paraíso producida hace 20 años, donde niñas y jóvenes ven como única posibilidad de sostenerse en un mundo precarizado por el neoliberalismo, operarse el busto financiado por delincuentes que se convertían en sus novios. Sus jefes y propietarios de sus vidas.

Y a 20 años, el cuerpo expuesto de Valeria ante 300 personas que destinaban sus gigabites del plan de telefonía móvil o usaban su conexión wifi para mirarla hablar de nada concreto el 13 de mayo, sino solo divagaciones sobre intrigas personales hasta cuestionar <<Güey a lo mejor ya me iban a levantar>> fue sujeto de un crimen, doblemente víctima del necropoder.

Medios, especulaciones en redes y la Fiscalía del Estado de Jalisco, han mencionado una comparsa en todo un circuito de relaciones íntimas y amistades, como las involucradas en el desarrollo del crimen.

Hasta circulan interpretaciones sobre por qué recibió un peluche en forma de cerdito color rosa como signo de su muerte y una bebida de Starbucks llamada Strawberry Acaí, limonada color roja para representar la <<su sangre>> tras la implosión de sus órganos internos por tres disparos con silenciador.

Todas esas posibilidades que pudieran resultar autoras intelectuales y materiales de feminicidio, están llenas de desapego ético o su apego real, se encuentra sostenido en lo que analiza Sayak Valencia en su libro Capitalismo Gore -publicado en el año 2010- devenido del concepto Necropoder de Achille Mbember:

<<…mediante el cual se utiliza la violencia, la vulnerabilización de los cuerpos y la subyugación de la vida para crear más poder y riqueza>>.

<<Llegamos todas>> pero la cosificación de niñas, mujeres y cuerpos feminizados va intacta

Sorprende que el feminicidio a Valeria Márquez, no ha tocado los timbres de la indignación en la clase política, ni por género, corriente partidista, lucha contra la violencia machista.

En Jalisco hay dos Alertas de Violencia de Género y los municipios, Zapopan desde luego, donde sucedió el atentado, reciben millones de pesos para erradicar y prevenir la violencia machista.

Te puede interesar escuchar los reportajes sonoros: Nuestra violencia Jalisco

Además, el tratamiento con recelo al caso que feministas de partido le han dado al caso de Valeria o el silencio de funcionarias violetas, incluso diputadas que han adoptado un estilo de influencer para comunicar a cuadro como El Mensaje y no las mensajeras, puede responder al temor que se sembró desde el inicio, el estilo de la esteticista, sus amistades y que el video que circuló en redes a pocas horas del crimen, no es el de la transmisión en vivo, sino uno obtenido desde su móvil o la nube.

Y ahí cabe la pregunta de ¿Unos feminicidios sí, y otros no nos duelen? ¿Qué arroja a la consciencia colectiva que por Luz Raquel Padilla haya veladoras y por Valeria no?

¿Cuándo vamos a sentarnos a hablar en todas las instancias y con todas los reflectores de que el Estilo Jalisco es uno lleno de paradigmas machistas que perpetúan modos de vida y feminicidios como el de Valeria?

Toda la justicia para Valeria y las que vienen siguiendo sus pasos

Dicho sea de paso, de Luz Raquel vamos sin pena ni gloria.

En julio de 2025 vamos por 3 años de injusticia ni reparación de daño. Aunque se instalaron mesas de trabajo y todos los protagonismos se sentaron con gobernantes para no dejar impune el caso, no hay una sola consecuencia al feminicidio que nos parecía ya tocaba todos los peldaños del horror, también cabe mencionarlo, sucedido en la ciudad de Zapopan, videocapturado y previamente pronosticado.

Desde luego a Valeria le corresponden todos los protocolos de actuación para investigar, reparar el daño e impartir justicia, porque en concreto se trata de un crimen de odio, un feminicidio.

Es, sin duda, una víctima de una larga cadena de omisiones familiares, sociales, culturales.

Hasta el último aliento Valeria Márquez capturó la atención de quienes la seguían y se abrió camino en un universo apócrifo, insensible, mentiroso, lleno de trampas, sin límites ni ética al que se someten los medios convencionales de comunicación que van perdiendo rating: el internet.

Por ella y la niña que encontré imitando su muerte, por quienes reproducen hasta 200 mil veces El último live: el corrido de Valeria Márquez Justicia y Memoria, que le compusieron. Para que 500 mil seguidores en Tik Tok se enteren, que un solo criminal en realidad ejecutó una sentencia social: vacío, desinformación y muerte. Siglo 21.

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Soy radialista, periodista autodidacta y defensora de derechos humanos.

Autora de Radiografía de la música callejera en 2001, mi iniciación al paisaje sonoro. Gané la Bienal Internacional de Radio en tres ocasiones: radio-arte, radio indigenista y en mesa de debate. Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 2008; finalista en 2007 y 2009 del Premio Fundación Nuevo Periodismo por radiorreportajes sobre violaciones a los derechos humanos atravesados por el eje cultura.

Becaria de la Fundación PRENDE en la universidad Ibero y becaria Connectas. Oficial de Libertad de Expresión en la Red de Periodistas de a Pie de 2015 a 2021.

Soy radialista, periodista autodidacta y defensora de derechos humanos.

Autora de Radiografía de la música callejera en 2001, mi iniciación al paisaje sonoro. Gané la Bienal Internacional de Radio en tres ocasiones: radio-arte, radio indigenista y en mesa de debate. Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 2008; finalista en 2007 y 2009 del Premio Fundación Nuevo Periodismo por radiorreportajes sobre violaciones a los derechos humanos atravesados por el eje cultura.

Becaria de la Fundación PRENDE en la universidad Ibero y becaria Connectas. Oficial de Libertad de Expresión en la Red de Periodistas de a Pie de 2015 a 2021.

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