¿A quién representa realmente la FEU?
Por: Perimetral: Foto: Especial. Fecha: 22 de septiembre, 2025
“¡La FEU no nos representa!” gritan los estudiantes en las asambleas de los Centros Universitarios que exigen la cancelación del Consejo General Universitario para la representatividad democrática de los estudiantes.
El 23 de octubre de 1991 nació la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la Universidad de Guadalajara. Se levantó como respuesta a las prácticas violentas de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG): plural y abierta a todas las corrientes políticas y con la promesa de convertirse en la voz de los universitarios.
Más de tres décadas después, goza del cobijo institucional a cambio de garantizar la paz en los campus y proveer músculo político a la Universidad. Mientras presume representar a todo el alumnado, sus prácticas refuerzan el control de las élites universitarias.
Un nacimiento plural
En 1991, la FEU fue presentada como el relevo de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), un organismo desgastado por la violencia y el clientelismo.
En su columna Plaza pública del 8 de noviembre de 1991, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa reseñó la pérdida de fuerza y el ocaso de la FEG tras el referéndum que dio la mayoría a la nueva fuerza estudiantil.
Tres integrantes de su presidencia colectiva —Juan Manuel Soto García, Ramón Álvarez López y Lorenzo Ángel González Ruiz (quien asumirá como primer presidente de la FEU)— firmaron un aviso a la opinión pública.
En él declaraban haber nacido como consecuencia de un congreso estudiantil plural, libre, abierto y democrático. Fue el producto de cuatro corrientes políticas independientes con un propósito común: crear un nuevo mecanismo de organización estudiantil.
<<Nuestra organización constituye un espacio abierto para el surgimiento y la libre participación de cualquier tipo de tendencia, movimiento o corriente político-estudiantil que desee manifestarse>>, afirmaba el documento.
Pero el triunfo de la FEU se logró por una traición de Raúl Padilla López a la FEG que provocó la diáspora que la debilitó. En una carta de Álvaro Ramírez Ladewig, reproducida por José Dolores Mártir, explica cómo la FEU arrancó bajo el control de Raúl Padilla López.
“En vez de atender sus funciones de rector, participa en la vida interior de las organizaciones de los estudiantes, de los trabajadores y maestros, en función de sus intereses personales y al margen de los altos intereses presentes y futuro de la Universidad”.
El discurso oficial
Después de más de 30 años, once presidentes y una presidenta han encabezado la nueva cara de la representación estudiantil. Lo han hecho, de acuerdo con el Artículo 7 de los Estatutos, para defender y promover los derechos de los estudiantes ante las autoridades universitarias y gubernamentales, instituciones, organismos públicos y privados.
La FEU ha estado atenta a los cambios de los últimos años al incluir preocupaciones de los jóvenes y de los tiempos actuales para la representatividad.
<<Sin distinción de origen, identidad de género, orientación sexual, capacidades físicas o mentales, edad, credo, ideología, nacionalidad, preferencia política, clase social o cualquier otra que atente contra la dignidad humana>>.
La FEU debe consultar a la comunidad estudiantil en las decisiones trascendentales y de crear mecanismos que acerquen a la FEU con los estudiantes. En papel, la federación aparece como un espacio inclusivo, garante de derechos y fiel representante del alumnado.
Pero la letra de los estatutos cuenta otra historia.
Trabas para expresiones no feuistas
Para ser candidato a la presidencia del Comité Ejecutivo de la FEU se requiere tener nacionalidad mexicana, ser alumno regular, haber militado al menos un año en la federación y contar con un promedio mínimo de 80.
Pero el artículo 108 agrega una barrera más alta: para que una nueva corriente político-estudiantil pueda ser reconocida, debe cumplir con porcentajes mínimos de representación, presentar estatutos, programas de acción y demostrar una base de apoyo comprobable.
V. Registrar candidaturas en al menos el 15% de las Sociedades de Alumnos afiliadas a la FEU.
VI. Contar con el voto del 5% de las personas que integran el Consejo General Feuista.En la práctica regulada se establecen filtros que hacen más difícil que nuevas expresiones o minorías puedan consolidarse. No basta con la libertad de asociación: hay que cumplir requisitos burocráticos y porcentuales que favorecen a las corrientes ya establecidas.
Aunque la FEU se declara abierta a todas las expresiones, las condiciones burocráticas y porcentuales hacen muy difícil que surjan nuevas corrientes.
Este esquema no es exclusivo de la FEU. Casos similares se han dado en el Sindicato Único de Trabajadores de la UdeG (SUTUdeG), donde históricamente solo se ha registrado una planilla que, sin competencia real, resulta ganadora.
También en el sindicato académico, que en su momento modificó estatutos para impedir la participación de una planilla emergente. Es decir, el Sindicato de Trabajadores Académicos de la UdeG (STAUdeG) condicionan la participación de una nueva planilla sólo si cuentan con el aval del veinte por ciento de los delegados.
La lógica se repite: los estatutos prometen democracia y apertura, pero al mismo tiempo imponen filtros que aseguran la continuidad de los grupos en el poder.
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Trampolín político
La FEU ha conseguido acuerdos políticos como la tarifa del transporte público, la vigilancia en los entornos universitarios y movilizaciones para la búsqueda de los universitarios desaparecidos. Sin embargo, en temas como las instalaciones dignas, el acoso sexual y la representación son temas pendientes
La relevancia de la presidencia de la FEU es como un trampolín. Varios de sus dirigentes han accedido a becas internacionales, oportunidades laborales dentro de la UdeG e incluso espacios para familiares en la nómina universitaria.
No obstante, fuera del campus la historia cambia. Los expresidentes de la federación no han logrado consolidar carreras exitosas en las urnas como presidentes gobernadores, municipales o diputados locales o federales para reforzar aún más el control político.
A diferencia de antiguos dirigentes de la FEG como Raúl Padilla, Trinidad Padilla López o Tonatiuh Bravo que sí alcanzaron cargos de elección popular.
¿Representación o control?
De la pluralidad inicial a los filtros estatutarios, la FEU ha transitado de ser un espacio de participación estudiantil a convertirse en un engranaje más dentro de la estructura universitaria.
En sus estatutos se compromete a representar a toda la comunidad y a abrirse a todas las expresiones políticas. En la práctica, sus mecanismos internos privilegian a quienes ya forman parte del grupo dirigente.
Cuando la FEU tomó un predio en Huentitán contra la construcción del Distrito Iconia de 13.5 hectáreas, envueltas en precesos políticos y legales de la Universidad de Guadalajara, Javier Armenta, oriundo de Huentitán, se encapuchó.
Se activaron cientos de jóvenes y a éste, junto a otros alumnos, los detuvieron y pasaron un fin de semana en el Penal de Puente Grande. Se volvieron mártines y símbolos de la libertad.
Ahora que otras juventudes denuncian las malas prácticas políticas e incluso alumnas de ejemplar perfil que van a titularse por promedio haciendo su segunda carrera, el aparato saca el manual de guerra sucia más clásico y criminaliza la disidencia.
La pregunta que abrió su historia sigue vigente: ¿Representa a los estudiantes o a los intereses de la institución? y se suma ¿Tomará la oportunidad de renovarse de fondo?
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